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No hay amor como el primero. Todos son únicos. |
Por: L.F. Arias
I
I know this love is insane / I love this
love is insane.
Las cornetas del viejo iPod del abuelo dejaban escapar una melodía propia de hacía 4 décadas.
César yacía sobre el suelo del ático, decenas de hojas tamaño carta reposaban a
su alrededor.
You and I knew of every which way / it’s
never the same / I’m afraid we’re to blame.
El sonido de unos pasos anunció el ascenso de un visitante. Los ojos de
César se abrieron al máximo, se apresuró a secar las lágrimas que brotaban de
ellos. Se sonó la nariz con cuidado y se limpió con la manga izquierda de su
suéter de lana.
¿Eres tú, abuelo? Preguntó temeroso, le
daba algo de vergüenza que lo vieran llorar. Ya el tiempo de llorarla debía
haber terminado un par de semanas antes.
Sí, hijo. Escuché la música. El anciano
asomó la cabeza por el agujero de entrada. ¿Qué
haces acá escondido? ¿Te estás quedando con la buena música para ti solo,
bribón? El viejo estaba sonriente.
I
know we are cool kids / I love we are cool kids.
No. César se giró para encarar a su abuelo. Fingió
una sonrisa, pero fue muy amarga para que el anciano se la creyera.
Twin Cabins, qué banda. Los escuché por primera vez hace añales, era
2.013. Negó con la cabeza mientras
continuaba su ascenso. Tenía tiempo sin
escucharlos.
Son
buenos, sí.
¿Sigues triste? Me imagino que por eso estás acá.
Black and White / Red or blue / Never clear,
which means I love you.
Sí, Bueno, no. Es decir…
¿Es decir?
La extraño, abuelo.
El viejo avanzó con pasos cautelosos hasta
situarse al lado de César. Se sentó con cuidado, hizo un gesto de dolor.
Mi espalda ya no es la misma desde hace años.
Sonrió, pero estaba adolorido. Finalmente se recostó de una pared. Lauren era una chica de esas que valen su
peso en oro, entiendo que la extrañes.
Gracias. César pareció molestarse con el
cometario de su abuelo.
¿Qué te puedo decir? Hay mujeres que le
marcan a uno la vida.
Ella era mi Amor, abuelo.
César
escrutó el rostro del anciano, se dio cuenta de que esas palabras le habían
diluido el semblante jovial. Algo había pasado.
Never clear, which means I love you.
II
No tienes idea de cuánto esperé
por este día, mi amor. El
joven Héctor la miraba fijamente a los ojos. Los mismos ojos. La misma mirada
bondadosa.
No, pero ha pasado tiempo, Héctor. Xenia
sostenía la puerta de su casa con un talón para que no se cerrara.
Un año y medio. Como setenta semanas. Más de
quinientos días, todos y cada uno de los cuales te pensé.
Qué bueno.
Sí.
Un
tenso silencio se apoderó del lugar. Xenia preparando su huida y Héctor
mirándola. Ambos sostenían bolsas que se acababan de intercambiar. Héctor
esperaba algo que, al parecer, Xenia no iba a darle.
III
Me siento de maravilla. Héctor sonreía de oreja a oreja. Susana, su
única amiga, se regocijaba con el cambio de actitud del joven. Lo quería mucho.
Así que finalmente ha terminado, es una noticia fantástica. ¿Cómo sabes que ya estás bien?
Se ha hecho evidente que ya las conversaciones no giran en torno a Xenia.
Eso debe ser un alivio, te debes sentir como si ya no cargaras con ese
peso.
Héctor tomó un muslo de pollo frito de su
plato y le dio un mordisco. Negó con la cabeza. Tragó.
Por primera vez en más de 4 años me siento libre. Estoy aquí ahora, hoy
es un día maravilloso. Ya no vivo en el mañana.
Susana tomó su vaso
para beber un poco de té frío. Escuchó como el teléfono celular de Héctor
sonaba. Ambos se sorprendieron.
¿No vas a contestar?
Es
solo un mensaje de texto.
Susana hizo un gesto de reprobación con sus labios. Héctor viró sus ojos al
techo, después metió una mano en su bolsillo. Sacó el celular. Colocó el muslo
en el plato y su mirada se volvió amarga.
¿Qué
pasa?
Héctor colocó el teléfono sobre la mesa. A
la distancia, Susana pudo leer el nombre del destinatario: Xenia.
IV
Black and White / Red or blue / Never clear,
which means I love you.
Su abuelo se había quedado sin palabras. Su mirada se perdió en la pared que
tenía al frente. La música, y las respiraciones forzadas del anciano, era lo
único que se escuchaba.
¿Qué sucede, abuelo? ¿Te sientes bien?
Sí, solo me acordé de una cosa.
¿Qué cosa? ¿Quieres que llame a
la abuela?
¡Dios! ¡No! No llames a la
abuela. Extrajo un
pañuelo del bolsillo frontal de su camisa de botones y se secó la frente.
Es que te pusiste hasta pálido, abuelo.
¿Seguro que estás bien?
‘Cause
you are a cool kid.
La canción murió
mientras el abuelo procedía a responder.
Sí,
es que reviví un encuentro que tuve hace muchos años.
¿Qué
encuentro? ¿Qué pasó?
Una
mujer. Le dije Mi Amor por última vez.
César comenzó a reírse.
Si inventas, abuelo.
No,
hijo.
No te hagas de rogar, abuelo. Cuéntame.
V
¿Qué quería? Susana lucía molesta. Caminaban a paso apurado por la
avenida Francisco de Miranda. ¿Qué te
dijo?
Quiere intercambiar nuestras cosas.
¿Ahorita?
Es decir, después de un año y medio. No tiene sentido. Son ganas de joder.
Normal.
¿Cuándo
se verán?
Mañana,
iré a su edificio.
Susana tomó por un brazo a Héctor
forzándolo a detenerse.
Hace media hora me dijiste que estabas bien, que vives en el hoy. Me
dijiste que estabas feliz. No dejes que esto te arruine el momento.
No
es eso.
¿Entonces
qué te pasa?
Héctor parecía asustado. Errático.
Tengo muchas cosas que decirle. Quiero hablarle y me da miedo que ella
no quiera.
¿Vas a estar bien? Soltó el brazo de su amigo.
Héctor se limitó a
mover su cabeza de arriba hacia abajo.
Yo te llevo. ¿Te parece?
Sí.
VI
Hey there Little honey won’t you Groove? /
I’ve trying all night to dance with you.
La música volvía a inundar el ambiente. Otra canción de Twin Cabins.
¿Está descargado todo el álbum? Preguntó
el anciano. No me acuerdo.
No me cambies el tema, abuelo.
Sí, bueno. Sonrió como volviendo a ser el mismo de
unos minutos antes. Fue hace años, muchos
años. Tenía yo tu edad.
Ya va… ¿Es en serio todo esto?
Sí.
¿Qué hay de la abuela?
No te vayas por otro lado, hijo.
Yo amo a tu abuela, pero ella no fue mi primer amor. No hay otro amor como ese.
El pie derecho del hombre
se movía siguiendo el ritmo de la música. Estás
todavía muy joven, ni te imaginas todas las vueltas que da la vida.
But I would like to dance with you / Awkwardly
in haze / to this little tune.
¿Cómo era ella? Cuéntame.
Ella era blanca como la nieve.
Dulce como el azúcar y bella como ella sola.
¿Qué más?
La amaba, pero era muy joven, no
supe amarla al final. Su
voz denotaba tristeza.
No te entiendo. César poco a poco fue sentándose de
piernas cruzadas.
Eso que me acabas de decir, que Lauren es tu
amor, yo lo decía también cuando ella se marchó.
No debiste dejar que se fuera.
Yo no quiero dejar que Lauren se vaya.
Hice lo que creí correcto, hijo. ¿Qué
sentido tiene retener a alguien que desea irse? Hay un proverbio japonés que
dice: “No retengas a quien se va, ni rechaces a quien llega”.
Y, ¿Qué se supone que significa
eso?
Que lo que pasa es lo mejor,
hijo. Que si ella se va, es porque tiene que irse y que lo que viene será
mejor. El muchacho no
lució convencido.
¿Cómo la conociste? César frunció el ceño. Hizo la pregunta
mientras digería las palabras de su abuelo.
Estábamos en una fiesta.
VII
La
melodía era mágica. El momento parecía correcto. Todo en Héctor estaba bien. La
sala de la casa de Susana era un territorio invadido por gente chévere. Por lo
menos todos se veían bien, podía ser una trampa armada por la cerveza. Diez
cervezas llevaba en su cuenta.
La vas a deshacer con la mirada. Susana
se burlaba de Héctor.
Es que es bella.
Sí, Xenia es hermosa. Creo que no tiene
novio.
Está bien.
Háblale, bobo. Sabes que te
mueres por hacerlo.
Héctor
sonrió medio ebrio y caminó torpemente en dirección de la amiga de Susana. La
habitación se movía. Las sonrisas se alargaban en los rostros de las personas
que se encontraban en ella. Xenia lo miró con curiosa expectación.
Well we shouldn’t be wasting time / Spend it
now.
¿Te gusta Twin Cabins? Héctor inició la conversación.
Sí. Son cool.
¿Quieres bailar? Preguntó y después le miró los zapatos,
unos botines converse completamente negros.
Sí.
We shouldn’t be saving time.
Me
gustas. Dijo Héctor sin
pensarlo primero. El aroma de sus cabellos rojizos lo embobaba. Xenia le dedicó
una sonrisa. Solo bailaron un rato sin hablar. Ella le dio su número de
teléfono al terminar.
VIII
¿Puedo decirte algo? Preguntó Héctor sin que viniera al caso.
Lo hizo porque el silencio lo estaba matando.
Claro. Ya estamos acá.
Te quiero, siempre te quise y no he dejado de hacerlo.
Yo también te quise. Mucho.
Lamento no haberlo dicho lo suficiente, también lamento no haberlo dicho
con la intensidad que lo deseaba, con la intensidad con la que lo sentía. Héctor se sentía cada vez más libre.
Es una lástima que el tiempo se haya pasado así.
No ha habido noche en la que haya
dejado de pensarte. Te pienso al despertar y al irme a dormir. Te imagino en
todos lados. Cuando como, estás sentada a mi lado en la mesa.
Ya, Héctor, suficiente.
Cuando veo una película, estás recostada de mi pecho. En las noches,
reposas a mi lado, el lado izquierdo de la cama es tuyo. Cuando estoy con
alguien más, ahí estás tú. Escucho tu voz con cada soplo del viento, porque tú
eres viento, eres vida. Tú eres inspiración, mi motor, aun cuando estás ausente
físicamente.
No digas más, por favor, Héctor.
Sé que mi tiempo pasó. Sé que se acabó. Pero lamento cada día no haberte
dicho todo lo que te quería decir.
Para, Héctor, vamos…
Héctor dejó de hablar. Xenia apretaba la bolsa que
le había entregado Héctor al llegar. Él apretaba la que ella le había dado como
parte del intercambio de cosas.
IX
Susana
manejaba como una anciana, parecía como si no quisiera llegar a casa de Xenia.
Héctor iba de co-piloto. No decía nada. Solo se escuchaba la música. Twin Cabins en la radio.
Wait for me to come / I know I’ve waiting
for so long.
¿Seguro que has puesto todo
en esa bolsa?
Sí, ella no dejó nada realmente
importante en casa.
¿Qué dejaste tú en la de ella?
Tonterías, cositas.
El
edificio se hizo visible, ya estaban en la misma cuadra.
There’s never been a better day / None of
this is ever going to go away.
Entonces son ganas de joder,
no tiene sentido que después de tanto tiempo vayan a intercambiarse “cositas”.
Cómo la detesto…
Héctor sonrió nervioso.
Es el fin del ciclo. Es necesario. Pasé
muchas noches esperando por este momento.
Tú estás loco, no te entiendo. Te
dejo aquí y me estaciono por allá para esperarte. Suerte.
If I’d seen your ways (I would go insane).
Susana se alejó en su vehículo. Héctor avanzó rumbo a su destino.
X
Xenia estaba incómoda. Héctor
aterrado. De pronto comenzó a hablar de nuevo.
Tú
fuiste el regalo más bonito que me ha dado la vida, te pedí. Te dibujé antes de
conocerte, Xenia. Y te perdí. Eso ha quedado claro.
Héctor,
no sigas, por favor. Ya me tengo que ir, lo siento. Xenia parecía cansada. Empujó la puerta con la
espalda para abrirse paso al interior del edificio.
Disculpa,
pero fueron muchos días queriendo decirte esto. Disculpa.
Gracias,
Héctor. Fuiste un novio increíble, solo no funcionó. Tú sabes que no funcionó.
¿Por
qué me escribiste?
¿La
verdad?
Nunca
he pedido otra cosa, mi amor.
Quería
saber cómo estabas. Veo que estás bien.
Estás
bella. Tú sabes que tu belleza se divide en tres. Xenia lució calmada, parecía saber lo que diría
Héctor. Tu belleza está aquí. Se tocó
la sien con su dedo índice. Aquí. Se
tocó el pecho a la altura del corazón. Y
ahí. Hizo un ademán indicando que el resto del cuerpo de Xenia era bello. ¿Cómo no amarte? Solo tú eres tú, tuve mucha
suerte. Los cachetes de Xenia se tornaron colorados.
Ojalá
hubiese funcionado. Cuídate mucho, Héctor. Ten una vida bonita. Sus ojos se aguaron.
Héctor sonrió triste. Apretó más la bolsa que le
había entregado Xenia y se preparó para unas últimas palabras.
Cuando sientas que todo está mal, recuerda
que en algún lugar de Caracas, de Venezuela o del planeta, alguien confía en ti
y cree que eres la mujer más maravillosa del mundo.
A Xenia se le escaparon dos lágrimas antes de
despedirse con la voz entrecortada y con un movimiento rápido de su mano
izquierda.
Hasta
luego, mi amor. Le dijo Héctor
mientras la puerta se cerraba frente a él. Esa fue la última vez que se lo
dijo. Pudo notar, antes de que ella se perdiera detrás de la puerta, que estaba
usando los mismos zapatos de la primera vez, los mismos botines negros.
XI
¿Qué pasó con ella, abuelo?
Se marchó, eso pasa. Hay
personas que se aparecen en tu vida para darte lecciones, unas más breves que
otras. Cuando se supone que debes haber aprendido, se marchan. Si se dan cuenta
de que no estás aprendiendo, se marchan también.
¿Y la abuela?
Tu abuela apareció mucho
después. Como tres años después.
¿Nunca has sentido como que la
abuela es tu amor?
Sí, claro. Solo es otra clase. El abuelo se guardó su pañuelo. Me siento como en una rueda de prensa,
carajo.
Disculpa. Solo se ha hecho
interesante la conversación. César se alborotó el cabello con una mano.
Tranquilo, hijo. Ahorita estoy
acá para ayudarte.
¿La volviste a ver, abuelo? ¿Qué
pasó?
Sí, la volví a ver dos veces. Una
vez en el metro, ella no me vio. Estaba lejos, del otro lado del andén. Otra vez la vi durante la
presentación de mi primer libro hace 32 años. Ella estaba parada al final del
salón. Me vio, la vi. No hablamos.
Eso es triste… Ojalá no me pase
con Lauren.
¿Te rehúsas a dejarla ir?
Sí, mucho.
¿Le has dicho cómo te sientes?
No, llevo toda la tarde tratando
de escribirlo. Miró por
todo el suelo del ático, había decenas de hojas regadas.
Creo que sería mejor si vas y se lo dices en persona. El abuelo
aclaró su garganta. A lo mejor no es hora
de que se marche.
¿Ahorita?
No hay mejor momento, hijo.
Pero estoy hecho un asco. César parecía preocupado.
Entonces date una ducha, vamos,
no pongas excusas. Le
reclamó al muchacho.
Es que me da miedo que ella no
se sienta igual.
Si nunca hablas con ella, no lo
vas a saber.
Sí… César se levantó con cuidado de no golpearse la
cabeza con el techo. Tienes razón, no
tiene sentido quedarme callado. Comenzó a caminar y se detuvo al llegar al
agujero de salida. Pensó por un momento, bajó dos escalones y se detuvo de
nuevo. Abuelo, ¿Cómo se llamaba?
¿Quién?
La chica.
Xenia, se llama Xenia.
Gracias por compartirlo conmigo,
abuelo. César continuó
bajando por la escalera hasta perderse de vista. Héctor, viejo y nostálgico, se
quedó escuchando el final de la canción.
Well if you are sure / I know I’m sure.
Muchachos,
siempre con miedo de decir lo que quieren decir. Suspiró cansado. Xenia amaba Twin Cabins… ¿Qué
habrá pasado con ella? Se quedó hablando solo mientras moría la melodía.