Cornelio se levantó temprano aquella mañana, se sentía como un carajito de 23 años, solo que ya su cabellera no era tan frondosa, es más, las entradas lo habían obligado a raparse el cabello cuando cumplió 44; tuvo una gran noche, Eva, la joven que yacía tendida a su lado, era la evidencia de que a pesar de rondar los 50 aún podía dejar agotada a una muchachita moderna.
Ya la vida no es como antes, todo es tan inseguro, uno da un paso aquí, luego otra paso allá; toda cambia si das un mal paso, o si alguien te tropieza; en este caso, todo cambia si Marlon te tropieza, porque tiene un genio terrible, podríamos culpar a su padre, pero la verdad cada hombre se forja a sí mismo, todos somos libres de elegir que camino queremos tomar, todos podemos cambiar; él no lo hizo.
- ¿No ves por dónde caminas, viejo de mierda? - bramó furioso
- Tranquilo, yo no busco problemas, joven
-Más te vale que no, Guevón...
Esa no sería la última vez que esos dos hombres se verían las caras.
El trabajo de Cornelio era aburrido, siempre se arrepintió por abandonar la carrera militar.
A las 5:30 pm en la hora que todos conocemos o las 17:30 en la hora mira militar, Cornelio regresó a casa, su esposa no quería ni verlo, ella sabía que había otra, solo que aún no había podido demostrarlo << 22 años de matrimonio por la borda, ¡Qué estúpida!>> siempre se arrepentía, se había fijado en el joven equivocado, en el militarcito que se veía tan correcto, Cornelio, ¿un nombre de un hombre correcto?, quizás se había equivocado.
- Entonces, ¿te divertiste anoche?
- Que me voy a estar divirtiendo, tú eres gafa, no estuve trabajando todo el rato... ojalá me pagaran por divertirme - le contestó él comportándose muy macho
- Esa mentira se la meterás a tu madre
-¿A QUIÉN? - la madre de Cornelio había muerto poco tiempo antes, le había dejado su apartamento en Bello Campo como herencia - ¡Más respeto!... te agradezco
- Miren quién habla de respeto - le contestó con mal genio - ¿cuándo vamos a vender esa casa de tu mamá?
- Se va a vender, cuando se tenga que vender, ya deja de comportarte así, me tienes ladillado
- Ay, Cornelio, yo se que tú tienes tu otra mujer por ahí, a mi no me engañas
- Que te voy a estar engañando, me mato trabajando para ti es lo que es, ni te lo mereces...
El tiempo pasó, la mujer de Cornelio poco convencida, acordó con él que ella iría a limpiar el apartamento cada ciertos días; él intentó que le dijera qué días, pero ella no quería revelarle eso, a ver si así lo descubría con su supuesta amante. La relación de Cornelio y Eva se trasladó entonces a los hoteles baratos que conseguían cuando necesitaban estar juntos, así como cuando habían comenzado a salir y su madre todavía estaba viva; pero él era un hombre astuto, no por nada había hecho algunos años en la escuela militar, él era "Arrecho", él sabía más que los demás. Estudió a su esposa y descubrió que siempre hacía lo mismo, los domingos salía supuestamente a comprar frutas a las 12:00 pm pero se tardaba mucho, regresaba a casa a eso de las 4:30 pm.
Él la había descubierto, si iba al apartamento de Bello Campo después de esa hora, podría divertirse con su verdadero amor, Eva, quién sí conseguía hacer que sonriera después de pasar buenos ratos placenteros. La llamó un viernes:
- Ya descubrí a mi mujer, este domingo la vamos a pasar bien rico, pero no vayas a llegar antes de las 16:30 - le comentó a su amante - este fin nos veremos, todo será tan rico como antes
- Pero, cariño.... a las... - se terminó la llamada - ¿16 y qué?
Cornelio tuvo que cortar la llamada porque su esposa intentaba escucharla
- La estás llamando a ella, ¿verdad? - le preguntó a Cornelio
- ¿A quién?... tú eres ladilla carajo...
Cuando el domingo llegó...
Marlon ya estaba cansado de llamarla y no recibir respuestas, ya estaba cansado de esperarla; él era un hombre al que las mujeres tenían que respetar, <<ninguna puta me va a joder>> pensó aquel domingo por la mañana; sacó la Beretta esa que le había quitado a un policía muerto, ese sería el último día de esa perra; la rabia recorría sus venas, sus ojos estaban rojos; nadie lo iba a detener. Marchó a paso firme.
El reloj marcaba las 3:47 pm, ella esperaba sentadita en una panadería al frente del edificio, se tomó un café y confundida camino hacia su destino, nunca notó que la estaban siguiendo. Todos la conocían, claro que pensaban que era la novia de un Cornelio soltero, y que la vieja que iba a limpiar los domingos era una cachifa o algo así.
- Señorita Eva, no la veía hace tiempo - la saludó un vecino - está tan hermosa como siempre
- Gracias, Jairo, tú también te ves bien
-Gracias, saludos a Cornelio, tiempo sin verlo a él tampoco
- Viene en camino, estábamos de viaje
La cerradura se abrió haciendo un ruido agudo, rompió el silencio que llenaba todo el apartamento, ya la esposa de Cornelio estaba por salir, pero al escuchar el ruido se escondió en la habitación, no cabía debajo de la cama así que se metió en el closet. Eva cerró la puerta y dejó su bolso sobre la cama al llegar a la habitación, sus tacones resonaban contra el piso de piedra, helado, limpio.
Decidió que se iba a cambiar para recibir a Cornelio, él siempre llegaba un poco después que ella, se quitó la franela y los jeans; la esposa de Cornelio no cerró un ojo, estaba maravillada, la envidiaba, ¿cómo carajos su esposo tan feo pudo meterse con esa carajita tan bella?, la luz que entraba por la ventana parecía resbalar suavemente por la piel dorada de su espalda, tan suave...
¡El timbre sonó!
El reloj marcaba las 4:10 pm, hubiesen sido las 16:10, si fuese la hora militar; ella caminó semi desnuda hasta la puerta, descalza, hasta sus pisadas sonaban divinamente bien; abrió la puerta y ese hombre siniestro la hizo querer morir del susto, se cubrió el sostén con las manos, estaba muerta de la vergüenza; él de la rabia, le propinó un golpe seco en la boca y la tumbó, la pateo hacia adentro y tiró la puerta al pasar; el portazo resonó por todo el pasillo, Cornelio lo pudo escuchar en Planta Baja, no sabía que ese ruido venía de su apartamento, algo le había dicho que Eva iría antes de las 16:30, por suerte para llegar a casa a esa hora, su esposa debería abandonar ese apartamento tipo 16:00, no había mayor problema, Eva podía haber llegado un poco más temprano.
La puerta se abrió cuando Marlon apuntaba a una Eva que sangraba mucho y que estaba tendida sobre el suelo esperando la sentencia del hombre con el arma.
- Así que eres tú... - pudo recocer a Cornelio como el viejo con el que se había tropezado días anteriores - ¿te estás acostando con este viejo? - le preguntó Marlon a Eva, ella no respondió solo lloraba
- ¿Qué está pasando aquí? - preguntó Cornelio
- ¡Eso pregunto yo! - Olga, su esposa, salió de la habitación
- Esto... eh.... - Cornelio no sabía que responder
- Es ella.... - la señaló con rabia - esa es tu otra mujercita
- No... sí...
- Bueno mi señora, ella era... - dijo Marlon de manera cínica antes de jalar el gatillo
Eva murió....
- Y este... Era.... - dijo antes de apuntar a Cornelio y despacharlo directo al sueño eterno
Cornelio murió....
- Y usted, mi doña....
- ¿Yo?... no... yo.... - tartamudeó
- Usted... Era..... - la bala recorrió la habitación lentamente, rompiendo al viento, sin permitir que se dijera alguna otra cosa.
Ya eran las 16:30, Olga debió haber estado en casa.
El piso ahora estaba manchado...
Dos pecadores, pero sobre todo, una inocente murió, porque ella, Eva, no entendía la hora militar.
El piso aún continúa manchado...
L.F. Arias
"Algunas personas nunca van a aceptar nuestras disculpas".