Surf en SD

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La vida está en el camino.

miércoles, 13 de julio de 2016

Una Amiga Anónima

Me miras y no lo haces,
eres fría,
es tu manera de ser.
Me intimidas y desespero,
eres distante,
tengo miedo.
Me aterra la idea de
tenerte y que sea mentira.

Vives en la penumbra,
te gusta calcular;
es tu manera de actuar.
Me pones nervioso,
estoy inseguro.
Sueño con murciélagos
que me muerden las manos,
sangro sin saber
que lo hago.
No me duele.

Me asusta la idea
del contagio.
Asimilo tus maneras
y me congelo en el invierno
que brota de tus labios
cuando afirmas
que me disfrutas.

Caminas, me tientas,
sabes bien lo que haces
porque cada paso
lo has previsto.
Eres ingeniosa, 
eres un misterio
y disfrutas de torturar.
Me aprieta el pecho
tu voluntad de piedra.
Me entristece la idea 
de entregarme y
que no me recibas.

Me nubla
la idea de que
nos limites
al anonimato.
Entiendo que no haya
nada más.
Sin embargo,
me daría gozo
considerarte, alguna vez,
como algo más que
una amiga anónima.



El trato es claro: No hay algo más. ¿Por qué querría más?



L.F. Arias



martes, 5 de julio de 2016

Esperando Explicaciones

Por: L.F. Arias


Yo a veces le pido a Dios que me explique qué es lo que está pasando, ¿y sabes qué hace? Se hace el loco. Me comentaba el otro día mi buen amigo Roberto Ettegui. El hombre me lleva unos 25 años, pero sigue siendo un chamo. Soy un adulto joven, contemporáneo, tú me entiendes. Siempre dice él. La conversación tuvo lugar en su casa. La ocasión no era otra que la de su cumpleaños. Cuando le pregunté qué podía darle, él se echó a reír y me dijo que una caja de cervezas, me tomó 2 horas persuadirlo para que me aceptara dos botellas de ron, porque lo crean o no (si no viven en Venezuela) no había cervezas en las licorerías ese fin de semana. 

Y es que, coño, Floyd. No tiene sentido esta vaina. Continuaba con su discurso motivado por la situación actual del país. Roberto que acaba de superar el medio siglo, vaya que pateó calle en sus veintes, se pueden imaginar entonces cómo se siente. ¿Cómo es posible que uno cumpla años y no pueda tomar cerveza? ¿Qué clase de infierno es este? La escasez del líquido dorado no fue algo que nos cayera por sorpresa a los venezolanos, hacía tiempo que lo esperábamos con resignación. Cuando no haya caña, bajarán los cerros... ¡Qué mentira! ¿En dónde están que no los veo? Claro, bebiendo cualquier otra guevonada que hayan podido pagar. Roberto negaba con su cabeza. No hay arroz, ni pasta, ni harina, ni aceite… ¿Y ahora me van a quitar la cerveza? No me jodan vale. Uno queriendo celebrar otro cumpleaños y no lo dejan... Por lo menos no como uno quiere. Estábamos mirando la calle desde la ventana de su balcón. Las personas caminaban apuradas. Ni siquiera porque la luz del día seguía bañando las calles, gracias al cambio de horario decretado por el Gobierno, la gente parecía sentirse segura. Lo único cierto de todo esto, es que ahora te roban con iluminación natural a las siete “de la tarde”. ¿Quién podría sentirse seguro en una de las ciudades más peligrosas del mundo?

¿Te acuerdas de los viajes a Margarita? Sí que acabábamos el trapo allá. Roberto hacía alusión a las numerosas visitas  a la casa de sus abuelos. En aquellos días viajábamos todos los del grupo: Tati, Ari, Marcos, Gustavito, él y yo. Las parrilladas, las noches en la playa, las rumbas. ¿Cómo olvidarlo? Fueron años de dicha. Y eso que tú no estabas en la cuarta República, tuvo sus momentos difíciles, pero era mejor que los mejores años de esta quinta. Lástima que nunca lo sabrás porque a los únicos presidentes que has conocido son a Chávez y a Maduro. Siento pena por ti. Hasta yo siento pena por mí. ¿Será que estoy dejando que los mejores años de mi vida se sequen acá?

Yo sé que sí te vas a ir, no me has dicho nada, pero se te nota en los ojos. Te da miedo, pero lo vas a hacer con miedo. Tú sabes que sí. Roberto lleva meses insistiendo en que este 2016 es vital, o Venezuela se termina de hundir o comienza a subir como la espuma, no hay punto medio según él. La noche es más oscura antes del amanecer. Tati, con quien se casó a finales de 2008 y Martha, una amiga, atravesaron la sala para traernos los tragos recargados. Hoy estamos acá por tu cumpleaños, gordito, ya dejen de hablar de política. Ella siempre ha sabido calmarlo. Vámonos, Martha, ya van a estar listos los brownies. Se marcharon de nuevo. No sé qué haría sin esta mujer. Me dijo Roberto.

Sabes, Floyd, creo que le he estado pidiendo explicaciones con respecto a lo que sucede en el país al equivocado, Dios no me va a responder esa pregunta. Tengo que preguntarle es al Diablo, porque esta situación es macabra. Los últimos rayos del sol desaparecieron. Las mujeres se reían en la cocina, algún chiste feminista de esos que le gustan a Tati habrá sido el motivo. Nosotros continuamos conversando, cambiamos el tema, mientras veíamos cómo la gente atravesaba la avenida a las carreras por miedo a ser robadas. Ya saben, lo normal.