Surf en SD

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La vida está en el camino.

lunes, 6 de abril de 2015

Estoy Aquí

     La frustración ha llegado metida en una caja forrada en papel de regalo; papel estampado con sonrisas hipócritas, globos y gorritos rojos y amarillos. El obsequio inesperado del fracaso. La ilusión de una victoria vacía, derrota moral conseguida con arañazos y gritos ásperos a los cuatro vientos. La música me embriaga lentamente, todo se transforma en oscuridad porque las luces que permanecen encendidas  están viciadas… porque ya correr no tiene sentido. Caminar es lo único que me queda.
     "El fracaso es un estado de ánimo" dicen quienes desean nuestro bienestar emocional, afirman que no existe y niegan que alguna vez lo hayan sentido. El agua les llega hasta el cuello. Un rinoceronte blanco inicia una estampida en sus salas de estar y el ruido les interrumpe el audio de sus comedias televisivas favoritas. Suben el volumen al máximo. Ellos escuchan solo lo que quieren escuchar y pretenden enseñarnos “la manera”, más bien “su manera” de entender una vida llena de trampas diseñadas por los titiriteros de la élite social.
     El descontento de sentirme el ganador con derecho de algo que me merezco, pero por supuesto, si es que no me han enseñado nunca a ganar; es por eso que corro al lado de los perdedores para darles palmadas en sus espaldas y hacerlos sentir mejor. He estado allí tantas veces que ya comienzo a creerme la realidad de que muy posiblemente las victorias no llegarán muy a menudo. Es una paradoja eterna, sí… la de ganar y aun sentirme como si mereciera haber perdido.
     La derrota es para mí el regocijo cobarde que inunda mi corazón todas las noches antes de caer inconsciente. La cobija es demasiado corta para protegerme de las debilidades de mi mente, el frío se mete por las plantas de mis pies y termina haciendo corto circuito con mis ideas confusas. Sueño con espejos reflejando mis ojos oscuros. Sueño muy poco, pero cuando lo hago crujen mis muelan, rechino mis dientes por el estrés. Sufriré un colapso antes de que alguien pueda evitarlo. Sufriré al partir antes de que alguien lo note porque soy silencioso al abandonar las habitaciones.
     El baile llega a mí cuando están por quebrarse mis rodillas. Nadie está cerca para evitar la estruendosa caída, pues todos están allí para verme chocar la nariz contra el suelo de concreto. El baile llega al ritmo de la percusión, tiemblo en el aire porque estoy saltando. Salto cada vez más alto mientras pienso en las mujeres que creí  haber amado; y en las que no. Sacudo mi cabeza cobardemente cuando me descubro a mí mismo con miedo a admitirlo, con temor a gritarlo. Caigo y de nuevo estoy solo.
     La música ruge, el público clama por mi intervención. Es habitual, es habitual que sea el hablador de la fiesta. Es recurrente… sonreír, coquetear, beber y perder los estribos. El bajo me hace sentir el sismo debajo de mis pies descalzos, sigo en cama… ¿en cuál cama? Son ya las 3:00 a.m. y la guitarra anuncia una entrada. Soy yo. Es ella. Es su silueta desplazándose lentamente hacia mí. Es mi lengua hinchándose por la excitación. ¿Estoy en el cielo? No.
     El engaño es la ilusión que me hace pretender que todo transcurre como debiera. Es la voz que me guía de vuelta a una realidad que amo tanto como la detesto, es el calor que de pronto se siente frío mientras transpiro por motivo de una asfixiante desesperación. ¿Quién soy?  Un hombre joven en pleno tránsito esquivando los carros de carreras; las banderas a cuadros. Soy la voz que se quiebra por motivo del placer que en ocasiones me resulta ajeno, porque estoy tan habituado a rendirme que me cuesta asumirlo como mío. Me cuesta aceptar ese regalo que me da ella. De allí a que ella susurre, apriete sus labios, rasguñe mi pecho y se aburra tras tan solo 15 segundos de mi abrumadora insatisfacción. Me cansa, me angustia, me decepciona esta perpetua insatisfacción.
     ¿Dónde estoy? Quiero creer que en donde debería estar, pero detrás de ese deseo insulso yo sé que no es así. Ahora ya sale a la luz esa verdad. ¿Qué se supone que debo hacer? Nadie debe ayudarme a responder esa pregunta. Lo repito: Me aburre, me angustia, me decepciona esta perpetua insatisfacción. Me enferma esta situación.