Surf en SD

Surf en SD
La vida está en el camino.

domingo, 23 de diciembre de 2012

La Reunión de los Hombres en Sillas de Ruedas

Eran las 3:03 AM según el reloj de Cristóbal, otra puta noche más sin sueño; qué desgracia. Habían pasado 14 días desde la última vez que el gran amigo de todos, Cristóbal, había conseguido tener un rica y reparadora noche de sueño, muchos más días desde que había dormido con compañía, Sara, en ese caso; una mujer con la que se juntaba de vez en cuando para satisfacer sus necesidades sexuales.

<<Me cago en todo>> pensaba  Cristóbal esa noche, no se lo podía creer, toda su vida se había ido por el caño. Había perdido cerca de 20.000 BsF en una apuesta estúpida, ¿cómo resultaba posible que el Real Madrid perdiera contra el Málaga?. <<Dios tiene que haberme tendido una trampa>> continuaba quejándose mientras miraba el techo de su habitación <<Esto es una mierda, todo es una mierda>> las apuestas lo habían arruinado, esa fue solo la última de muchas.

La luna brillaba a su máximo esplendor aquella noche húmeda y calurosa, ese era el típico clima veraniego allá en el pequeño poblado de Alto Nacacual, ubicado en el estado Anzoátegui; la ola de calor era  tan grande que el consumo de agua había aumentado por la cantidad de veces que la gente se bañaba todos los días; Cristóbal lo hacía 3 veces. Los árboles se mecían expectantes, sus hojas caían sin hacer el menor sonido, de todas formas él podía escucharlas.

Su aire acondicionado de 12.000 BTU/Hr se había averiado pocos días antes, desde entonces dormía sin arroparse, descalzo para que la corriente de aire tibio medio refrescara sus pies. <<Mañana duermo desnudo, ¡nojoda!>> A pesar de eso, él seguía teniendo mucho calor, todo iba mal, 14 días de miseria; él era un hombre de ciudad, por favor, no tenía que darse mala vida en un condenado pueblucho.

Cerró los ojos y recordó:

-¡Verga! - exclamó Carlitos - Te está yendo super, Cristóbal, deberías montar algún negocito
-Ni que fuera millonario, Carlos - le respondió a su amigo de la infancia
-Vete pa' un pueblo, allí te la montas  y me invitas cuando estés instalado - le dijo finalizando su frase con una carcajada ruidosa
-¿Me rendiría más la plata?
-Claro, y por el sexo ni te preocupes, vas a tener como 7 culos - abrió los ojos - eres un tipo de ciudad
-Sería un idiota si te hiciese caso, Carlos
-Serías un idiota si no aprovecharas las oportunidades que te da la vida
-¿Será que me voy?
-Te vas a acordar de mí - le regaló una sonrisa confiada y se terminó su botella de cerveza - brindame otra

<<Claro que me acuerdo de ti, cabrón>> pensó de pronto, abrió los ojos y se recostó sobre su hombro, esa conversación la había tenido casi un año antes de esa noche; se creía un hombre con mucha suerte, adinerado y bien parecido, pero eso no le duro mucho, las últimas dos semanas eran la prueba de eso. Decepcionado de todo cerró los ojos y se los estrujó, muchos colores saltaban de un lado al otro, era muy bonito; para él era muy molesto, estaba harto.

Otro recuerdo lo distrajo:

-Entonces, hijo, ¿te comieron la lengua los ratones? - le preguntaba el abogado de su familia
-No, no... - tragó un poco de saliva - no sabía que mi papá me había dejado tanto dinero
-Bueno, hijo; digamos que él quería que vivieras bien después de su partida
-Ese viejo loco... - no podía tolerar las inmensas ganas de llorar
-Los hombres también lloran - le alcanzó un pañuelo blanco con bordes azules - yo también lo voy a extrañar

<<Todo era mejor con ese viejo aquí, nunca me hubiese venido a esta mierda de pueblo>> Una lágrima se paseó por su rostro y cayó hasta la almohada; en esos días ya Cristóbal estaba por cerrar su negocio de carnes en el centro del pueblo, esos casi 20.000 BsF que perdió en el encuentro de fútbol eran sus últimos billetes, solo le quedaban algunas mercancías y el local. Tendría que regresar derrotado a la ciudad. No había sabido administrar su dinero y tampoco había tenido suerte, así se hizo imposible conseguir éxito <<hubiese sido mejor conservar mi estilo de vida normal, sin arriesgarme tanto>>

De pronto el calor y sus pensamientos se suspendieron en una calma reconfortante, todo se volvió oscuro, él consiguió conciliar el sueño.


El hombre que tenía problemas para dormir se levantó con la boca torcida en una sonrisa aterradoramente emocionante, y así como llegó hasta su boca, se esfumó.

Esa mañana ni se bañó, ni desayunó, ni nada; a duras penas se vistió y cogió las llaves de su pequeña casa en el pequeño poblado de Alto Nacacual; era un lugar muy bonito para vivir. El sol radiante y las pequeñas aves cantando lo saludaron, él los ignoró. Un par de mujeres le echaron un vistazo cuando le pasaron por el lado, él las ignoró. Un pequeño cangrejo se detuvo para atravesarse en su camino, él lo intentó patear, el cangrejo huyó corriendo de medio lado; esos animalitos son muy graciosos.

De mala gana continuaba recordando cada una de las situaciones en las que se había equivocado <<esa apuesta no me iba a recuperar, yo perdí mi dinero hace mucho tiempo>> y así era, malas inversiones, mala administración y vicios.

-Disculpe, amigo - le dijo un hombre viejo que rodaba cerca de él - ¿la calle principal?
-¡Oh! - se sorprendió al verlo, esa era la primera vez - eh... siga derecho y llegará a la principal, mi señor
-Gracias, hijo mío - el hombre parecía rebasar los 60 años con facilidad
-A su orden - le dijo y lo observó alejarse rodando en su silla de ruedas

<<Eso sí que es estar jodido, espero nunca perder mis piernas>> pensó con detenimiento, luego se encogió de hombros y siguió su camino hacia su local. Resultó increíble la cantidad de hombres que rodaban por la calle principal, parecía una escena sacada de una película de auto ayuda estadounidense.

-Hermoso, ¿no? - le dijo una voz grave
-Raro... - le respondió Cristóbal sorprendido
-Raro, pero hermoso - le dijo un hombre con barba abundante
-¿Qué es?
-Una carrera
-¿De inválidos? - le preguntó muy sorprendido
-Una carrera de personas con esperanza - se volteó para mirarlo y le obsequió una sonrisa - vamos, hombre, la vida es aquí y ahora

Cristóbal no pudo quitar la vista de los dientes torcidos del hombre feliz hasta que éste se alejó, entonces se cruzó de brazos y disfrutó del paisaje. Alrededor de 50 ancianos sonreían sobre sus sillas de ruedas, unos se saludaban con estrechones de manos, otros con abrazos fuertes. Niños y niñas se acercaban para entregarles flores de colores y muchachas jóvenes les llevaban pequeños vasos plásticos de agua. El cielo estaba muy azul, y la brisa parecía enfríarse, la arena se levantaba de golpe y algunos de ellos se cubrían los ojos; un grupo de estudiantes sacaba a escobazos a varios cangrejos que se atravesaban en el camino y los gatos callejeros se burlaban de un par de perros viejos que estaban tendidos bajo el techo de un kiosko de dulces frescos.

La alegría de un pueblo hizo vibrar la garganta de todos los presentes, que con gritos de apoyo alentaban a los ancianos, un silbato dio inicio a la carrera.

-¡Mira como avanzan! - gritó un niño a su madre

<<Mi dinero no hubiese podido comprar esto>> Pensó antes de sentir una inmensa emoción recorrer su cuerpo, antes de estallar eufórico; decidió invitarle un almuerzo al que resultara ganador.

Cristóbal no pudo resistirse más, tuvo que sonreír y disfrutar del momento. No podía quejarse; cómo hacerlo mientras disfrutaba de la reunión de los hombres en sillas de ruedas.


"Mis protestas quejumbrosas parecen balbuceos patéticos cada vez que una persona aparentemente desfavorecida consigue hacer algo sencillamente fantástico"

                                                                                                           L.F. Arias