Se acercaba a mí de nuevo su fantasma, estaba tan pálido... se sentía tan frío... dejaba de ser divertido y daba miedo; se estaba riendo, se reía de mí.
-¿Así que sigues pensando en mí? - me dijo con su voz gruesa
-Eh...
-¡Ah! vamos... no te irás a despertar...
-¿Me dejarás olvidarte?
-Cuando lo pidas, princesita - me respondió cortésmente
-Cuando lo pida...
Las calles comenzaron a diluirse y el cielo se abrió, el rostro de Ramsés se entristeció, todo pasaba otra vez, de nuevo nos separaríamos, estaba ocurriendo, volvería a despertarme sola.
Mi cuarto estaba muy oscuro, según el reloj de mi mesa de noche eran las 3:33am, suspiré triste. Las cosas suelen ser difíciles de comprender en ciertas oportunidades, al igual que las heridas son casi siempre difíciles de curar; cicatrices... mi piel es un lienzo limpio, pero mi corazón parece haber sido el terreno en el que se disputó la tercera guerra mundial, lleno de marcas, cicatrices permanentes; el tiempo no las va a borrar, eso es una mentira, el tiempo no borra las cicatrices porque nosotros somos quienes somos gracias a ellas.
Las teclas de mi celular sonaban más fuerte de lo que recordaba, por lo menos combatían ese silencio aterrador que me rodeaba, sabía que Sofía no me iba a responder ese mensaje, ya estaba cansada de escuchar la misma historia; Ramsés se había ido, debía pasar la página, pero es muy fácil decirlo si nunca has sido devorada por las fauces del amor. Siento lástima por tí, Sofía, algún día podrás entenderlo; pueden pasar años, pero siempre el amor nos encuentra, después de eso todo se vuelve un final inconcluso, todo está por terminar en cualquier momento... en cualquier momento.
Esa no fue la primera ocasión en la que Ramsés se aparecía en mis sueños, siempre me asustaba, ¿por qué temerle? No lo sé, era intimidante, cada palabra que sale de su boca impone mucho respeto, sólo podrían entenderlo aquellos que hayan hablado con un fantasma. Yo pensé que él sería el primero y el último, pero se fue muy rápido.
Noviembre es un mes frío, un mes que siempre ha sido opacado por diciembre y su navidad; ya no me gusta la navidad.
Hoy lo extraño como lo extrañé el primer día, como lo extrañé ayer; hoy lo extraño como lo voy a extrañar mañana y como lo voy a extrañar por el resto de mi vida; hoy extraño a Ramsés como nunca pensé que podría llegar a extrañar a un hombre. Me hace falta su olor, su tacto, sus palabras y sus quejas; Me hacen falta sus miradas, sus bromas pesadas y sus besos; me hacen falta sus reclamos y sus celebraciones odiosas cuando me ganaba algún juego en el nintendo wii. Su cabello alborotado, sus dientes casi perfectos, extraño la voz ronca que invade mis sueños y me hace sentir un frío de muerte.
Sé que él no va a regresar, ya no va a intentar colarse en la ducha conmigo ni me va a preparar el almuerzo. Ramsés... siempre tan arrogante, con la confianza de que a pesar de que todo podía terminar él apenas estaba comenzando, tan equivocado... pero no tiene sentido. Ya nada tiene sentido, la vida es un final inconcluso desde que comienza, nos levantamos esperando a que nos den la estocada final, nos ilusionamos con esos destellos brillantes de luz al final del camino, con sonrisas, con voces dulces, besos y demás. Estas son palabras que no significan nada, son palabras de una joven confundida, y sí ¿Por qué no?, enamorada de un hombre que ya no es capaz de respirar el mismo aire que respiramos todos.
Te extraño.
"El día que ya no puedas admirar sus virtudes extrañarás hasta sus defectos"
L.F. Arias.
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Su primera visita - 2010 |