Surf en SD

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La vida está en el camino.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Una Mirada Nueva

La rutina comienza a derrumbar mi espíritu, a pesar de que disfruto de ella me siento cansado, no tan seco como una pasa, pero lo suficientemente seco como para dejar de mojar con mi personalidad a todos los que me rodean. Camino derecho a ese lugar al que sabía que me dirigía, pero al cual no quería llegar tan rápido.

Cuando estoy en movimiento me siento vivo, la idea de la sola espera estéril sonroja mis cachetes, me arruina el rato; no nací para asarme bajo el sol esperando por algo; por eso camino, camino y camino, no me duelen los pies, no se inquieten, lo disfruto. La brisa me agita el cabello y acomodarlo me molesta.

Saben, necesito algo nuevo. Quizás sentir arder el fuego. Quizás necesite algo que no consigo explicar. Los ojos se me cierran, ella aparece mientras los abro y la descubro, una nueva presencia; estoy deleitado, me siento un poco apenado.

Zapatos de tacón alto y una roja cabellera resaltan sus otros rasgos, no menos hermosos; ojos verdes como el agua , casi puedo ver como me reflejo en ellos, así como en su sonrisa. Es bella y es mía, aunque no lo sepa. 

Su sonrisa se apaga.

Eso necesitaba, una mirada nueva, una presencia nueva; el despertar de mis sentidos dormidos, no puede ser que de a poco me vuelva un tipo aburrido.

Ella se aleja.

Adiós, musa. Es hora de dormir.  

L.F. Arias

domingo, 18 de noviembre de 2012

Él Gritó

Llegaba él a casa gritando como un loco, maldiciendo al sol, a su madre y al gato. Ya era de tarde, un duro día en el trabajo, dirigiendo esclavos, verlos cargar todo el peso de una vida entera sin conocer la libertad lo hacía feliz, lo hacía sentirse afortunado; mi padre era un maldito tirano, un hombre egoísta y poco bondadoso; mi padre aún vive. Solo.

Mi padre gritaba sin parar, estaba lleno de ira; nunca lo podré comprender, es un hombre al que la vida siempre le ha sonreído, está bendecido, a pesar de que nunca ha querido comprender que los momentos hay que aprovecharlos, la suerte no va a durar por siempre y esas personas que están allí para soportar tus arranques eventualmente se cansan y se van. Hasta donde sé él continúa creyendo que está maldito.

Sus ojos verdes estaban a punto de explotar sin un motivo aparente, pero es verdad, siempre hay una razón para todo. El silencio a su alrededor nunca le gustó, él necesitaba hacer ruido para sentirse acompañado, gemía al dormir, ¿acaso podía ser de otra manera? Todo lo que uno hace mal viene a ti en esos momentos de descanso, cuando la cabeza está fría; yo siempre he dormido muy tranquilo.

Arrojó su bolso a un lado y golpeó la pared. Yo sé que queda algo bueno dentro de él, hasta el bicho más desgraciado posee la más mínima partícula de bondad, así nos envía dios a este mundo; somos lienzos en blanco que con el paso de los días se manchan. De una mancha a otra mancha, algunos resaltamos, llevamos en nuestros cuerpos marcas que nos hacen obras de arte.

Revisó sus bolsillos y sacó un cigarrillo, un fósforo y gimió como un animal ansioso. Él prefiere olvidarlo, pero no puede forzarnos a todos los demás a hacer lo mismo, no se mirará al espejo para autoevaluarse, no va a juzgarse, en cambio preferirá siempre juzgarnos a todos, a los chinos, amarillos y sucios; a los gringos, viles ratas, lo más terrible que le pasó al mundo; negros... Pobres.

El humo lo calmó.

Me confesó que yo era el culpable, que me amaba, pero que yo no era un buen hombre. Su rostro estaba un poco manchado, por mi culpa él se había golpeado la cabeza con una rama... Por mi culpa; maldijo a su madre por mi culpa, escupió sobre el apellido que aún lleva con desgano por mi culpa, él había siempre sido un fracaso por mi culpa. ¿Por mi culpa dijo?

Yo me reí.

Esa fue la última vez que vi a mi padre.


"Aún espero el día en el que mi padre me haga sentir orgulloso,
 a veces parece más un hijo malcriado".
L.F. Arias.


jueves, 1 de noviembre de 2012

Un Final Inconcluso

Se acercaba a mí de nuevo su fantasma, estaba tan pálido... se sentía tan frío... dejaba de ser divertido y daba miedo; se estaba riendo, se reía de mí.

-¿Así que sigues pensando en mí? - me dijo con su voz gruesa
-Eh...
-¡Ah! vamos... no te irás a despertar...
-¿Me dejarás olvidarte?
-Cuando lo pidas, princesita - me respondió cortésmente
-Cuando lo pida...

Las calles comenzaron a diluirse y el cielo se abrió, el rostro de Ramsés se entristeció, todo pasaba otra vez, de nuevo nos separaríamos, estaba ocurriendo, volvería a despertarme sola. 

Mi cuarto estaba muy oscuro, según el reloj de mi mesa de noche eran las 3:33am, suspiré triste. Las cosas suelen ser difíciles de comprender en ciertas oportunidades, al igual que las heridas son casi siempre difíciles de curar; cicatrices... mi piel es un lienzo limpio, pero mi corazón parece haber sido el terreno en el que se disputó la tercera guerra mundial, lleno de marcas, cicatrices permanentes; el tiempo no las va a borrar, eso es una mentira, el tiempo no borra las cicatrices porque nosotros somos quienes somos gracias a ellas.

Las teclas de mi celular sonaban más fuerte de lo que recordaba, por lo menos combatían ese silencio aterrador que me rodeaba, sabía que Sofía no me iba a responder ese mensaje, ya estaba cansada de escuchar la misma historia; Ramsés se había ido, debía pasar la página, pero es muy fácil decirlo si nunca has sido devorada por las fauces del amor. Siento lástima por tí, Sofía, algún día podrás entenderlo; pueden pasar años, pero siempre el amor nos encuentra, después de eso todo se vuelve un final inconcluso, todo está por terminar en cualquier momento... en cualquier momento.

Esa no fue la primera ocasión en la que Ramsés se aparecía en mis sueños, siempre me asustaba, ¿por qué temerle? No lo sé, era intimidante, cada palabra que sale de su boca impone mucho respeto, sólo podrían entenderlo aquellos que hayan hablado con un fantasma. Yo pensé que él sería el primero y el último, pero se fue muy rápido.

Noviembre es un mes frío, un mes que siempre ha sido opacado por diciembre y su navidad; ya no me gusta la navidad. 

Hoy lo extraño como lo extrañé el primer día, como lo extrañé ayer; hoy lo extraño como lo voy a extrañar mañana y como lo voy a extrañar por el resto de mi vida; hoy extraño a Ramsés como nunca pensé que podría llegar a extrañar a un hombre. Me hace falta su olor, su tacto, sus palabras y sus quejas; Me hacen falta sus miradas, sus bromas pesadas y sus besos; me hacen falta sus reclamos y sus celebraciones odiosas cuando me ganaba algún juego en el nintendo wii. Su cabello alborotado, sus dientes casi perfectos, extraño la voz ronca que invade mis sueños y me hace sentir un frío de muerte.

Sé que él no va a regresar, ya no va a intentar colarse en la ducha conmigo ni me va a preparar el almuerzo. Ramsés... siempre tan arrogante, con la confianza de que a pesar de que todo podía terminar él apenas estaba comenzando, tan equivocado... pero no tiene sentido. Ya nada tiene sentido, la vida es un final inconcluso desde que comienza, nos levantamos esperando a que nos den la estocada final, nos ilusionamos con esos destellos brillantes de luz al final del camino, con sonrisas, con voces dulces, besos y demás. Estas son palabras que no significan nada, son palabras de una joven confundida, y sí ¿Por qué no?, enamorada de un hombre que ya no es capaz de respirar el mismo aire que respiramos todos. 

Te extraño.

"El día que ya no puedas admirar sus virtudes extrañarás hasta sus defectos"
                                                                                                  L.F. Arias.

Su primera visita - 2010