Surf en SD

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La vida está en el camino.

domingo, 23 de diciembre de 2012

La Reunión de los Hombres en Sillas de Ruedas

Eran las 3:03 AM según el reloj de Cristóbal, otra puta noche más sin sueño; qué desgracia. Habían pasado 14 días desde la última vez que el gran amigo de todos, Cristóbal, había conseguido tener un rica y reparadora noche de sueño, muchos más días desde que había dormido con compañía, Sara, en ese caso; una mujer con la que se juntaba de vez en cuando para satisfacer sus necesidades sexuales.

<<Me cago en todo>> pensaba  Cristóbal esa noche, no se lo podía creer, toda su vida se había ido por el caño. Había perdido cerca de 20.000 BsF en una apuesta estúpida, ¿cómo resultaba posible que el Real Madrid perdiera contra el Málaga?. <<Dios tiene que haberme tendido una trampa>> continuaba quejándose mientras miraba el techo de su habitación <<Esto es una mierda, todo es una mierda>> las apuestas lo habían arruinado, esa fue solo la última de muchas.

La luna brillaba a su máximo esplendor aquella noche húmeda y calurosa, ese era el típico clima veraniego allá en el pequeño poblado de Alto Nacacual, ubicado en el estado Anzoátegui; la ola de calor era  tan grande que el consumo de agua había aumentado por la cantidad de veces que la gente se bañaba todos los días; Cristóbal lo hacía 3 veces. Los árboles se mecían expectantes, sus hojas caían sin hacer el menor sonido, de todas formas él podía escucharlas.

Su aire acondicionado de 12.000 BTU/Hr se había averiado pocos días antes, desde entonces dormía sin arroparse, descalzo para que la corriente de aire tibio medio refrescara sus pies. <<Mañana duermo desnudo, ¡nojoda!>> A pesar de eso, él seguía teniendo mucho calor, todo iba mal, 14 días de miseria; él era un hombre de ciudad, por favor, no tenía que darse mala vida en un condenado pueblucho.

Cerró los ojos y recordó:

-¡Verga! - exclamó Carlitos - Te está yendo super, Cristóbal, deberías montar algún negocito
-Ni que fuera millonario, Carlos - le respondió a su amigo de la infancia
-Vete pa' un pueblo, allí te la montas  y me invitas cuando estés instalado - le dijo finalizando su frase con una carcajada ruidosa
-¿Me rendiría más la plata?
-Claro, y por el sexo ni te preocupes, vas a tener como 7 culos - abrió los ojos - eres un tipo de ciudad
-Sería un idiota si te hiciese caso, Carlos
-Serías un idiota si no aprovecharas las oportunidades que te da la vida
-¿Será que me voy?
-Te vas a acordar de mí - le regaló una sonrisa confiada y se terminó su botella de cerveza - brindame otra

<<Claro que me acuerdo de ti, cabrón>> pensó de pronto, abrió los ojos y se recostó sobre su hombro, esa conversación la había tenido casi un año antes de esa noche; se creía un hombre con mucha suerte, adinerado y bien parecido, pero eso no le duro mucho, las últimas dos semanas eran la prueba de eso. Decepcionado de todo cerró los ojos y se los estrujó, muchos colores saltaban de un lado al otro, era muy bonito; para él era muy molesto, estaba harto.

Otro recuerdo lo distrajo:

-Entonces, hijo, ¿te comieron la lengua los ratones? - le preguntaba el abogado de su familia
-No, no... - tragó un poco de saliva - no sabía que mi papá me había dejado tanto dinero
-Bueno, hijo; digamos que él quería que vivieras bien después de su partida
-Ese viejo loco... - no podía tolerar las inmensas ganas de llorar
-Los hombres también lloran - le alcanzó un pañuelo blanco con bordes azules - yo también lo voy a extrañar

<<Todo era mejor con ese viejo aquí, nunca me hubiese venido a esta mierda de pueblo>> Una lágrima se paseó por su rostro y cayó hasta la almohada; en esos días ya Cristóbal estaba por cerrar su negocio de carnes en el centro del pueblo, esos casi 20.000 BsF que perdió en el encuentro de fútbol eran sus últimos billetes, solo le quedaban algunas mercancías y el local. Tendría que regresar derrotado a la ciudad. No había sabido administrar su dinero y tampoco había tenido suerte, así se hizo imposible conseguir éxito <<hubiese sido mejor conservar mi estilo de vida normal, sin arriesgarme tanto>>

De pronto el calor y sus pensamientos se suspendieron en una calma reconfortante, todo se volvió oscuro, él consiguió conciliar el sueño.


El hombre que tenía problemas para dormir se levantó con la boca torcida en una sonrisa aterradoramente emocionante, y así como llegó hasta su boca, se esfumó.

Esa mañana ni se bañó, ni desayunó, ni nada; a duras penas se vistió y cogió las llaves de su pequeña casa en el pequeño poblado de Alto Nacacual; era un lugar muy bonito para vivir. El sol radiante y las pequeñas aves cantando lo saludaron, él los ignoró. Un par de mujeres le echaron un vistazo cuando le pasaron por el lado, él las ignoró. Un pequeño cangrejo se detuvo para atravesarse en su camino, él lo intentó patear, el cangrejo huyó corriendo de medio lado; esos animalitos son muy graciosos.

De mala gana continuaba recordando cada una de las situaciones en las que se había equivocado <<esa apuesta no me iba a recuperar, yo perdí mi dinero hace mucho tiempo>> y así era, malas inversiones, mala administración y vicios.

-Disculpe, amigo - le dijo un hombre viejo que rodaba cerca de él - ¿la calle principal?
-¡Oh! - se sorprendió al verlo, esa era la primera vez - eh... siga derecho y llegará a la principal, mi señor
-Gracias, hijo mío - el hombre parecía rebasar los 60 años con facilidad
-A su orden - le dijo y lo observó alejarse rodando en su silla de ruedas

<<Eso sí que es estar jodido, espero nunca perder mis piernas>> pensó con detenimiento, luego se encogió de hombros y siguió su camino hacia su local. Resultó increíble la cantidad de hombres que rodaban por la calle principal, parecía una escena sacada de una película de auto ayuda estadounidense.

-Hermoso, ¿no? - le dijo una voz grave
-Raro... - le respondió Cristóbal sorprendido
-Raro, pero hermoso - le dijo un hombre con barba abundante
-¿Qué es?
-Una carrera
-¿De inválidos? - le preguntó muy sorprendido
-Una carrera de personas con esperanza - se volteó para mirarlo y le obsequió una sonrisa - vamos, hombre, la vida es aquí y ahora

Cristóbal no pudo quitar la vista de los dientes torcidos del hombre feliz hasta que éste se alejó, entonces se cruzó de brazos y disfrutó del paisaje. Alrededor de 50 ancianos sonreían sobre sus sillas de ruedas, unos se saludaban con estrechones de manos, otros con abrazos fuertes. Niños y niñas se acercaban para entregarles flores de colores y muchachas jóvenes les llevaban pequeños vasos plásticos de agua. El cielo estaba muy azul, y la brisa parecía enfríarse, la arena se levantaba de golpe y algunos de ellos se cubrían los ojos; un grupo de estudiantes sacaba a escobazos a varios cangrejos que se atravesaban en el camino y los gatos callejeros se burlaban de un par de perros viejos que estaban tendidos bajo el techo de un kiosko de dulces frescos.

La alegría de un pueblo hizo vibrar la garganta de todos los presentes, que con gritos de apoyo alentaban a los ancianos, un silbato dio inicio a la carrera.

-¡Mira como avanzan! - gritó un niño a su madre

<<Mi dinero no hubiese podido comprar esto>> Pensó antes de sentir una inmensa emoción recorrer su cuerpo, antes de estallar eufórico; decidió invitarle un almuerzo al que resultara ganador.

Cristóbal no pudo resistirse más, tuvo que sonreír y disfrutar del momento. No podía quejarse; cómo hacerlo mientras disfrutaba de la reunión de los hombres en sillas de ruedas.


"Mis protestas quejumbrosas parecen balbuceos patéticos cada vez que una persona aparentemente desfavorecida consigue hacer algo sencillamente fantástico"

                                                                                                           L.F. Arias


jueves, 29 de noviembre de 2012

Una Mirada Nueva

La rutina comienza a derrumbar mi espíritu, a pesar de que disfruto de ella me siento cansado, no tan seco como una pasa, pero lo suficientemente seco como para dejar de mojar con mi personalidad a todos los que me rodean. Camino derecho a ese lugar al que sabía que me dirigía, pero al cual no quería llegar tan rápido.

Cuando estoy en movimiento me siento vivo, la idea de la sola espera estéril sonroja mis cachetes, me arruina el rato; no nací para asarme bajo el sol esperando por algo; por eso camino, camino y camino, no me duelen los pies, no se inquieten, lo disfruto. La brisa me agita el cabello y acomodarlo me molesta.

Saben, necesito algo nuevo. Quizás sentir arder el fuego. Quizás necesite algo que no consigo explicar. Los ojos se me cierran, ella aparece mientras los abro y la descubro, una nueva presencia; estoy deleitado, me siento un poco apenado.

Zapatos de tacón alto y una roja cabellera resaltan sus otros rasgos, no menos hermosos; ojos verdes como el agua , casi puedo ver como me reflejo en ellos, así como en su sonrisa. Es bella y es mía, aunque no lo sepa. 

Su sonrisa se apaga.

Eso necesitaba, una mirada nueva, una presencia nueva; el despertar de mis sentidos dormidos, no puede ser que de a poco me vuelva un tipo aburrido.

Ella se aleja.

Adiós, musa. Es hora de dormir.  

L.F. Arias

domingo, 18 de noviembre de 2012

Él Gritó

Llegaba él a casa gritando como un loco, maldiciendo al sol, a su madre y al gato. Ya era de tarde, un duro día en el trabajo, dirigiendo esclavos, verlos cargar todo el peso de una vida entera sin conocer la libertad lo hacía feliz, lo hacía sentirse afortunado; mi padre era un maldito tirano, un hombre egoísta y poco bondadoso; mi padre aún vive. Solo.

Mi padre gritaba sin parar, estaba lleno de ira; nunca lo podré comprender, es un hombre al que la vida siempre le ha sonreído, está bendecido, a pesar de que nunca ha querido comprender que los momentos hay que aprovecharlos, la suerte no va a durar por siempre y esas personas que están allí para soportar tus arranques eventualmente se cansan y se van. Hasta donde sé él continúa creyendo que está maldito.

Sus ojos verdes estaban a punto de explotar sin un motivo aparente, pero es verdad, siempre hay una razón para todo. El silencio a su alrededor nunca le gustó, él necesitaba hacer ruido para sentirse acompañado, gemía al dormir, ¿acaso podía ser de otra manera? Todo lo que uno hace mal viene a ti en esos momentos de descanso, cuando la cabeza está fría; yo siempre he dormido muy tranquilo.

Arrojó su bolso a un lado y golpeó la pared. Yo sé que queda algo bueno dentro de él, hasta el bicho más desgraciado posee la más mínima partícula de bondad, así nos envía dios a este mundo; somos lienzos en blanco que con el paso de los días se manchan. De una mancha a otra mancha, algunos resaltamos, llevamos en nuestros cuerpos marcas que nos hacen obras de arte.

Revisó sus bolsillos y sacó un cigarrillo, un fósforo y gimió como un animal ansioso. Él prefiere olvidarlo, pero no puede forzarnos a todos los demás a hacer lo mismo, no se mirará al espejo para autoevaluarse, no va a juzgarse, en cambio preferirá siempre juzgarnos a todos, a los chinos, amarillos y sucios; a los gringos, viles ratas, lo más terrible que le pasó al mundo; negros... Pobres.

El humo lo calmó.

Me confesó que yo era el culpable, que me amaba, pero que yo no era un buen hombre. Su rostro estaba un poco manchado, por mi culpa él se había golpeado la cabeza con una rama... Por mi culpa; maldijo a su madre por mi culpa, escupió sobre el apellido que aún lleva con desgano por mi culpa, él había siempre sido un fracaso por mi culpa. ¿Por mi culpa dijo?

Yo me reí.

Esa fue la última vez que vi a mi padre.


"Aún espero el día en el que mi padre me haga sentir orgulloso,
 a veces parece más un hijo malcriado".
L.F. Arias.


jueves, 1 de noviembre de 2012

Un Final Inconcluso

Se acercaba a mí de nuevo su fantasma, estaba tan pálido... se sentía tan frío... dejaba de ser divertido y daba miedo; se estaba riendo, se reía de mí.

-¿Así que sigues pensando en mí? - me dijo con su voz gruesa
-Eh...
-¡Ah! vamos... no te irás a despertar...
-¿Me dejarás olvidarte?
-Cuando lo pidas, princesita - me respondió cortésmente
-Cuando lo pida...

Las calles comenzaron a diluirse y el cielo se abrió, el rostro de Ramsés se entristeció, todo pasaba otra vez, de nuevo nos separaríamos, estaba ocurriendo, volvería a despertarme sola. 

Mi cuarto estaba muy oscuro, según el reloj de mi mesa de noche eran las 3:33am, suspiré triste. Las cosas suelen ser difíciles de comprender en ciertas oportunidades, al igual que las heridas son casi siempre difíciles de curar; cicatrices... mi piel es un lienzo limpio, pero mi corazón parece haber sido el terreno en el que se disputó la tercera guerra mundial, lleno de marcas, cicatrices permanentes; el tiempo no las va a borrar, eso es una mentira, el tiempo no borra las cicatrices porque nosotros somos quienes somos gracias a ellas.

Las teclas de mi celular sonaban más fuerte de lo que recordaba, por lo menos combatían ese silencio aterrador que me rodeaba, sabía que Sofía no me iba a responder ese mensaje, ya estaba cansada de escuchar la misma historia; Ramsés se había ido, debía pasar la página, pero es muy fácil decirlo si nunca has sido devorada por las fauces del amor. Siento lástima por tí, Sofía, algún día podrás entenderlo; pueden pasar años, pero siempre el amor nos encuentra, después de eso todo se vuelve un final inconcluso, todo está por terminar en cualquier momento... en cualquier momento.

Esa no fue la primera ocasión en la que Ramsés se aparecía en mis sueños, siempre me asustaba, ¿por qué temerle? No lo sé, era intimidante, cada palabra que sale de su boca impone mucho respeto, sólo podrían entenderlo aquellos que hayan hablado con un fantasma. Yo pensé que él sería el primero y el último, pero se fue muy rápido.

Noviembre es un mes frío, un mes que siempre ha sido opacado por diciembre y su navidad; ya no me gusta la navidad. 

Hoy lo extraño como lo extrañé el primer día, como lo extrañé ayer; hoy lo extraño como lo voy a extrañar mañana y como lo voy a extrañar por el resto de mi vida; hoy extraño a Ramsés como nunca pensé que podría llegar a extrañar a un hombre. Me hace falta su olor, su tacto, sus palabras y sus quejas; Me hacen falta sus miradas, sus bromas pesadas y sus besos; me hacen falta sus reclamos y sus celebraciones odiosas cuando me ganaba algún juego en el nintendo wii. Su cabello alborotado, sus dientes casi perfectos, extraño la voz ronca que invade mis sueños y me hace sentir un frío de muerte.

Sé que él no va a regresar, ya no va a intentar colarse en la ducha conmigo ni me va a preparar el almuerzo. Ramsés... siempre tan arrogante, con la confianza de que a pesar de que todo podía terminar él apenas estaba comenzando, tan equivocado... pero no tiene sentido. Ya nada tiene sentido, la vida es un final inconcluso desde que comienza, nos levantamos esperando a que nos den la estocada final, nos ilusionamos con esos destellos brillantes de luz al final del camino, con sonrisas, con voces dulces, besos y demás. Estas son palabras que no significan nada, son palabras de una joven confundida, y sí ¿Por qué no?, enamorada de un hombre que ya no es capaz de respirar el mismo aire que respiramos todos. 

Te extraño.

"El día que ya no puedas admirar sus virtudes extrañarás hasta sus defectos"
                                                                                                  L.F. Arias.

Su primera visita - 2010


jueves, 18 de octubre de 2012

Vivir en una Caverna Repleta de Realidades

Hoy no sé bien cómo comenzar, ya estamos a la mitad de uno de los meses más bonitos del año, el mes 10, Octubre, como le dicen; Caracas comienza a cambiar y el sol infernal caribeño se relaja un poco, noches frías, tormentas increíbles; todo aquí; todo allá, del otro lado de mi ventana. Hoy me siento un año más viejo, ¿por qué será?.

Vamos a pensar un poco, quiero regalarme unas palabras que no pueda sacarme de la cabeza durante días, quizás hasta mi próxima entrada; también van para ustedes, si deciden aceptarlas.

Desde la cuna, nuestros padres ya intentan decirnos lo que tenemos que hacer, quieren que hablemos, que caminemos, que vayamos al baño solos; siempre piden más, y si somos de esos niños super atletas o super inteligentes, nos presumen... Eso es normal, estarán orgullosos, pero, ¿no les parece completamente contradictorio que después cuando pasan los años nos piden que seamos comunes?

"Estudia, trabaja, cásate, ten hijos, intenta no divorciarte, no seas homosexual, jubílate, cobra tu pensión, muere, pero no tan pronto, muérete después que yo, es que me voy a poner muy triste si te vas primero", así son, cualquier cosa diferente a eso es una alteración inmensa a la línea de vida, quizás tener una mascota encaje, a lo mejor lo del divorcio encaje, quizás tener un trabajo ilegal no encaje.

No es allí adónde quiero llegar, solo intento mostrar lo cabeza-cuadrada que es la sociedad que hemos creado, no solo es corrupta y no respeta ningún orden, sino que espera que no seamos corruptos y que respetemos su orden. Nadie espera que REALMENTE seamos más de lo que podemos ser, ya que estaríamos alterando las cosas, nadie quiere que hagas algo fuera de lo que está establecido, aunque sí desean que seas feliz, ¿cómo es eso?, bueno, a eso le dicen ser realista.

Ser realista es querer ser pintor pero estudiar contaduría, querer ser futbolista pero estudiar medicina, querer llegar a la luna pero no salir ni a la esquina; todo porque es imposible que tengamos éxito en alcanzar nuestro sueño.  Ni compres los pinceles, los balones están muy caros, ¿la luna?, ya es hora de ir a un centro de rehabilitación.  ¿Saben qué opino de las personas realistas?, que son unos pendejos, que no se terminan de recuperar de los golpes que se han llevado en su estadía acá en nuestro corrupto y mal dirigido planeta tierra; quítense el disfraz, señores pesimistas.

Hoy no vine con una de esas historias que tanto me gusta escribir, pues quise hacer algo distinto, como lo hacía cuando comencé este blog, quería escribir para ustedes sin necesidad de inventar personajes ni diálogos.  Hoy quiero que piensen en todas las veces que alguien ha intentado tirar sus sueños al piso, quiero que si ese alguien logró derribarlos, los tomen y los pongan en alto, ya que los sueños son la fuerza que mueve al mundo, un hombre soñador o una mujer soñadora, que sepa materializar su visión, tendrá la fuerza suficiente para aunque sea cambiar una mínima parte de la miseria que nos rodea hoy en día. La pobreza está en la cabeza, señor pesimista.

¿Existirían los televisores si su inventor hubiese sido una persona realista?, ¿Qué me dicen de los aviones?, ¿los cruceros?, ¿los condones?, ¿los trenes?, ¿smartphones?, ¿Computadoras?, ¿la democracia?. Si esos hombres y mujeres que alguna vez soñaron no hubiesen trabajado para conseguir sus metas, lamento decir que aún viviríamos en una caverna repleta de realidades. 

Como me gusta decirle a mis amigos, "Soluciones, no problemas".


"Los realistas son pesimistas disfrazados, gente que considera que los sueños no tienen importancia".

           L.F Arias




martes, 25 de septiembre de 2012

Se les Olvida que es Limitado

Tomar el bus a media tarde siempre se me ha hecho una tarea extenuante, especialmente cuando un sol veraniego domina el cielo; simplemente detestable, picante; desagradable. Ya tenía un tiempo asistiendo a esas terapias; todos necesitamos ir de vez en cuando; todos necesitamos alguien a quién contarle nuestros problemas. El clima cambió cuando tomé mi asiento al lado de la ventana, la brisa de media tarde movía mi cabello, largo para el deleite de mi abuela, de tanto que me pedía que me lo cortara, ya me rebasaba los hombros.

De nuevo su recuerdo inundó mi cabeza, ahogando como siempre todos mis pensamientos aburridos; siempre me pasaba eso cuando veía el edificio en donde solía vivir la chica de mi primera vez. El recuerdo de sus manos invadiendo mi espacio personal erizaba los vellos de  mi nuca, mi primera noche de diversión. Pero bueno, eso ya quedó atrás, cuando solo era un niño de 16; esa tarde ya era  un niño de 18. Si lo pienso bien, siempre voy a ser un niño; un niño de 30 años, y en 35 años un niño de 65, y en 55 años un niño de 85. Eso es una mentira, los niños no viven tanto, moriré antes de los 32.

Ocultando una ligera erección involuntaria bajé del bus cuando llegué a mi destino, la casa de rejas blancas al final del camino recto, no sabía que había después de que el bus tomaba esa curva a la izquierda, pero esa es otra historia. Toqué el timbre y me recibió la misma anciana de siempre. 

-Tome asiento, joven. - Me regaló un sonrisa

La habitación de espera era muy cómoda, la primera vez que fui suavizó mi temor, la primera vez que fui no estaba seguro de abrirme delante de una persona extraña; mi abuela me acompañó aquella vez. Todos en mi casa siempre me han considerado raro, solo por ser diferente, por no ser un Hurtado común y corriente, un Hurtado conformista y permisivo; yo por otra parte, pienso que siempre he sido un Hurtado incomprendido y menospreciado, hasta la fecha no terminan de estar de acuerdo con mi manera de verlo.

Al rato pasé a su oficina, como siempre ella se levantó de su sofá acolchado al verme cruzar la puerta.

-Disculpa, Roberto, un paciente se extendió un poco, espero que no hayas esperado demasiado tiempo
- No, tranquila, solo fue un momento

Como lo sospechaba, ella querría llegar al tema de mi madre; esa tarde continué mostrándome muy esquivo, no había nada bueno que decir de ella en los últimos 11 años; no quería hacerlo, no quería hablar de eso.

-¿Qué hiciste esta semana? - me preguntó para comenzar la conversación
- Lo usual, nada fuera de lo normal

Una pequeña carcajada provino desde su lado de la habitación, sus dientes blancos parecían sonreír también. Su posición de piernas cruzadas se rompió, no sé que le causó tanta gracia.

-Disculpa, solamente recordé algo - sus ojos estaban aguados

Ella retomó su compostura y así avanzó la sesión. Intentó por varios medios conseguir información acerca de mi madre, pues afirmaba que de mi relación con ella provenían algunos de mis problemas; no todo era culpa de mi padre. 

- Bueno, me rindo por hoy, dime de qué quieres hablar - me dijo después sin mostrarse demasiado aburrida
-Ah... Saldré con mis amigos un rato
- ¿Adónde?
- Por ahí, tú sabes, para matar el tiempo
- ¿Para matar el tiempo? - me preguntó intrigada
- Sí, no hay nada mejor que hacer hoy
- ¿Crees entonces que matar el tiempo es algo productivo?
- Eh.... - la verdad era que no - supongo que no
- ¿Entonces por qué lo harás?
- Porque no tengo nada mejor que hacer
- ¿Por qué no buscas algo que hacer?
- Pues...
- Sabes, te contaré una historia - volvió a cruzar sus piernas cortas y me mostró sus dientes de conejo - Comienza en un pequeño apartamento muchos años atrás, ¿para qué mentirte?, el pequeño apartamento en el que solía vivir con mi padre. Yo sé que él siempre quiso un varón, pero, nací yo - sonrió de manera triste
>> Cuando tenía 12 años mi mamá y él me regalaron un juego de mesa, un monopolio; me imagino que lo has jugado alguna vez - yo asentí con la cabeza - bien, a mi me encantaba, claro que siempre lo jugaba sola, a mis amigos no les gustaba mucho y mi mamá se aburría con los números, solo quedaba él. - se detuvo para tomar un sorbo de agua
>> Mi mamá murió cuando yo tenía 16, mi papá se volvió más amargado; siempre se negaba a jugar, pero después de su muerte, se puso peor, cayó en las garras del alcohol, una cervecita aquí, un palito de ron por acá, un traguito por allá, fue insoportable, créeme - No sé si era correcto que ella me siguiera contando, pero no la interrumpí
>> A pesar de eso, yo nunca me deshice de mi monopolio, lo invitaba a jugar cada semana, pero él siempre me decía que no.

La habitación estaba fresca y había mucha tensión en el ambiente, casi pude imaginarme a mí mismo viendo una película, a ella unos 20 años más joven y a un viejo amargado siempre negándose a jugar. Ella dejó de narrar su historia, o si lo seguía haciendo ya no la escuchaba; podía verla. Las paredes de su casa estaban sucias y muchos discos viejos ocultaban una esquina de esa habitación en la que él veía televisión.

- Hola, papá, ¿quieres jugar? - le preguntó la dulce adolescente al viejo postrado en un sillón
- Hola, hip - hipó el hombre - ¿Cómo estuvo el colegio?
- Estoy de vacaciones... - ella se vio molesta
- Ah... - tomó un sorbo de un líquido oscuro de una botella - ¿Jugar a qué?
- Monopolio
-¡No! ese juego es muy largo.

Todo se volvió borroso y la habitación pareció recuperar su brillo, el sillón viejo seguía al frente de la televisión y el hombre ahora tenía menos cabello, la dulce adolescente con dientes de conejo se veía mayor, de unos 20 años, pero su rostro seguía siendo tan amistoso como el de una niña muy dulce.

- Hola, papá, ¿Quieres jugar algo? - le preguntó
- Hola... - él se levantó del sillón y fue a la cocina, desde allá le habló - ¿Cómo estuvo el colegio?
- Papá... - se vio molesta - ya estoy en la universidad
- Ah... - se oyó el ruido de la nevera abriéndose y cerrándose - Siempre se me olvida - tomó un sorbo de una lata de cerveza - ¿Qué quieres jugar?
- Monopolio
- ¡No! - exclamó como asustado - ese juego es interminable
- ¿Por qué siempre dices que no? - le preguntó ella intentando mantenerse calmada
-Eh... Hip - él hombre viejo hipó
- A todo le dices que no, vives en una negativa constante, me regalaste este juego y nunca lo has jugado conmigo
- Bueno, hija, es que estoy cansado...
- ¿De qué? - su voz se elevó - Si lo único que haces es perder el tiempo sentado ahí tomando cualquier cosa - ella se fue molesta a su habitación

El hombre se vio triste, tomó asiento y suspiró cansado.

La habitación no cambió demasiado, pero él sí, todo se movió y aunque la televisión, el sillón y los discos seguían en el mismo sitio, el hombre viejo había perdido más cabello y algunas arrugas eran entonces más pronunciadas, surcaban su frente y lo hacían ver acabado; yacía tirado en el sillón con tres botellas a sus pies y una lata de cerveza en la mano derecha.

- Me voy, papá... - Le dijo ahora una mujer más parecida a la que estaba sentada delante de mí cada semana - Luis me espera en el auto - ella cargaba unas maletas
- Hip... - Hipó el viejo
- Espero verte pronto, prometo venir a visitarte
- Esta siempre será tu... Hip... casa, hija

Ella se había mudado con su novio de la universidad al terminar la carrera, duraron un tiempo juntos; él después se fue. Como prometió, visitó a su padre cada vez que pudo, siempre proponiéndole que jugaran al monopolio.

- Oye, papá, ¿quieres jugar monopolio? - le dijo una tarde; la habitación estaba muy deteriorada en ese entonces
- Ahorita... - el hombre lo pensó - Quizás luego
- Veo que ya no dices que no 
- Yo siempre te escucho, aunque no lo creas - el hombre se veía demacrado, como un cadáver gordo sin maquillaje
- Pero aún no dices que sí... - ella se desanimó
- Pero ya no digo que no
- Ajá, pero ¿por qué no dices que sí?
- Porque estoy haciendo otra cosa
- ¿Qué?
- Ver la televisión - señaló la televisión con la nariz
- Toda tu vida has estado viendo ese aparato... - suspiró cansada
- Es para matar el tiempo...

Los bordes de las ventanas de la habitación estaban desgastados, los vidrios de las mismas estaban llenos de polvo, los discos del rincón casi no se veían, muchas botellas los ocultaban; el hombre viejo había perdido todo su cabello, ahora muchos vellos salían de sus orejas, su cara tenía una expresión triste, ojeras profundas y labios secos y rotos. Mi terapeuta llegó y se asustó al verlo, al parecer no lo había visitado en un tiempo. La imagen parecía ser actual.

- ¡Papá! - exclamó y él despertó
- Hola, hija... Hip - hipó como de costumbre
- Dejo de venir por un par de semanas  y mira esto
- Eso es lo de menos, cariño
- Hummm - dejó sus cosas al lado de la puerta  y se puso a limpiar
- Sabes, hija - dijo el hombre mientras ella removía las botellas del piso
- Dime, papá
- Me he dado cuenta de que siempre he estado matando el tiempo... perdiendo el tiempo...
- Me alegro, papá
- Lo hago desde hace mucho, no puedo decir que haya sido por la muerte de tu mamá, lo hacía aún cuando ella estaba viva - el hombre buscó algo en sus bolsillos - tengo un problema con la bebida... - sacó un papel blanco con letras pequeñas negras
- ¿Qué es eso papá?
- Las reglas del monopolio... Hip
- ¡JAJAJA! - ella se sentó en el piso y se rió a carcajadas
- Siempre he estado cansado - dijo él - esquivando este pendejo juego porque duraba mucho tiempo, pero, si yo he estado perdiendo el mío, ¿qué más me daba jugarlo aunque sea una vez?
- No me dirás que te antojaste de jugarlo ahora...
- Quizás...
- Papá, ¿Quieres jugar monopolio? - le preguntó ella de manera divertida
- Quizás luego... - dijo él
- Ah.... - ella se molestó un poco, tomó las botellas  y se dirigió a la cocina
- Primero me gustaría darme un baño
- ¿Cómo? - ella se asomó a la sala
- Dije que después de que me dé un baño, cariño
- ¿Vamos a jugar monopolio? - le preguntó ella sorprendida
- Después de bañarme

El hombre se levantó a duras penas del sillón y torció su boca en una sonrisa que inspiraba miedo a quien no supiera que estaba sonriendo; la mujer en la cocina estaba que brincaba de la alegría. El señor de la casa siempre acostumbraba utilizar unas cholas desgastadas para que sus pies no tocaran el piso de la ducha, mañas de gente vieja, él era necio hasta para darse una simple ducha.

- Coño, mi papá dejó las cholas aquí - dijo la mujer en la cocina cuando las vio metidas en un pote verde en el lavaplatos

El sonido del agua de la regadera cayendo sobre el piso recorrió todo el pasillo hasta la sala.

- Quizás no las va a necesitar - dijo ella y colocó el pote en el piso para proceder a lavar algunos platos  y vasos sucios

Pasaron 7 minutos y medio, ella ya casi terminaba con las cosas que estaba lavando, cuando un golpe estridente y espantoso retumbó en todo el apartamento. El hombre viejo se había resbalado.

- ¡Papá! - exclamó ella y corrió al baño

Las gotas de agua golpeaban su cuerpo y diluían la sangre que salía de su herida en la cabeza; el hombre viejo no se volvería a levantar más nunca; el hombre viejo había muerto.

- Allí estaba, Roberto, estuve allí el día que mi padre murió - terminó su historia
- Lo siento...
- Tranquilo, lo curioso es que él empleó esas palabras tuyas, matar el tiempo - me dijo y señaló algo que se encontraba detrás de ella en una repisa; la caja de un juego de monopolio - Cuando por fin se animó a jugar, se le hizo muy tarde - una lágrima se asomó a su ojo izquierdo

Unos segundos silenciosos me hicieron reflexionar un poco, y me di cuenta de que si ella era lo suficientemente valiente para contarme una historia tan triste, yo podría contarle la mía.

- Sabes... quizás sí debamos hablar de mi madre...

Esa sesión me hizo pensar acerca de como estaba llevando mi vida; era aún un muchacho joven y estúpido, por no decir más, autosuficiente como muchos adolescentes. Una mentira. Duré un par de meses más con ella y después dejé de asistir; muy caras esas citas. Una tarde me distraje leyendo algo en la parte de atrás de un asiento de autobús: 

¿Qué es un chiguagueño sin su aspecto ratesco?
¿y qué me dices de un schnauzer sin su bigote elegante?
¿Qué es un ser humano sin cerebro?
¿Acaso una mujer es bella sólo por sus implantes?

Cuando una conversación entre dos chicas llamó mi atención.

- Marica, hoy nos vamos a la plaza - le dijo la más alta a su amiga
- ¿Qué vamos a hacer? - le respondió la otra que tenía los cabellos morados
- Ni idea, me invitó Roger - dijo con una mueca despectiva
- ¿Te está cayendo de nuevo?
- No, vale. Él sabe que no tiene chance
- Entonces solo nos sentaremos ahí toda la tarde
- Me imagino - se encogió de hombros - para matar el tiempo - sonrió

Yo solo podía pensar una cosa:

<< Ellas quieren matar el tiempo; muchos quieren matar el tiempo, pero como que se les olvida que es limitado >>


L.F. Arias

Floyd y el Elefante - 09/12


viernes, 14 de septiembre de 2012

El Ocaso de los Veintinueve

El joven que solía soñar más de la cuenta de pronto se despertó, ya no tan hambriento como de costumbre, decidió mirar por la ventana; quería saber si de verdad estaba despierto, no quería pellizcarse. Ya era de tarde, bien tarde; el ocaso de los 29. Sintió nostalgia. La vida era tan sencilla antes, sin responsabilidades ni obligaciones, era como un sueño; vivir dormido no era tan malo, ¿por qué tenía que despertar? ¿por qué ahora? ¡qué mala pasada!.

Se puso a ver fotos...

Se puso a pensar...

El muchacho ya no podía negarlo más, la mano invisible que tira de nuestras cuerdas y dispone de nuestras vidas a su antojo, ya lo había atrapado. Podía ver como la niebla ocultaba la belleza de las flores del jardín, tiro el álbum de fotos a un lado; era intrigante semejante fenómeno, era fascinante; era aún más bello que las flores, que ya de por sí eran hermosas. Una niebla entonces ocultó sus pensamientos; indagó para recordar.

Imágenes comenzaron a florecer...

Arrepentimientos...

Las respuestas que no marcó en los exámenes volvieron, tantas preguntas no respondidas... por miedo. Todas las fiestas a las que no asistió, relaciones perdidas... por su desgano. Los "te amo" que se guardó en el pecho, muchos sentimientos reprimidos... por idiota. Y esas muchachas a las que no les dio una oportunidad, todo por... Por... ¿Por qué?

Sonrisas vacías, soledad. ¿En dónde estaban sus amigos?

Definitivamente había despertado, sus sentidos estaban tan alerta que le dolían; y entonces comenzó a pensar en cuatro palabras, todo se quedó en calma, "si tan solo hubiera". La niebla bajó y el viento hacía que las flores oscilaran hacia todos lados, venía una tormenta; pero las nubes gruesas no cubrían la cima de las montañas del pueblo, siempre las había visto desde la ventana, pero nunca las había visitado.

El ocaso de los 29, lleno de lamentaciones... pero eso no iba a domar su espíritu ahora despierto. Tomó su abrigo y salió a visitarlas <<no habrá un "si tan solo hubiera" más en mi vida>> pensó amargado, pero satisfecho por haberlo entendido. Esa tarde estaba escrita.


"A veces me siento aburrido, sin razón alguna; sin razón aparente. Siempre hay una razón".
                                                                                                                       L.F. Arias

Verano '10

lunes, 3 de septiembre de 2012

Esclavos del Tiempo

¿Así que la vida es una suma de momentos?, vaya cosa... ¿una suma?, ¿números?, ¿la vida no es más que un número?; no, no me importa si son varios, ya estoy cansado de pasar matemáticas en la raya, rozando los números rojos. Me rehusaba a creerlo, pero no puedes combatirlo, simplemente no puedes.


He pasado infinidad de veces al frente de este cristal, siempre están allí, reposando, presumiendo, en un movimiento continuo; tres manecillas egoístas, tres putas manecillas egoístas, una más rápida que la otra. Me pican las muñecas, siempre me pican; ya me rindo, no puedo combatirlo; están vacías, están delgadas y vacías; tienen hambre, como yo.

Si me levanto tarde, debo correr al trabajo, y si me levanto temprano me vuelvo a dormir; ¿entonces ya me volví un factor dependiente?, ¿dependo de él?... ¿soy igual a todos los demás?, un simple producto dependiente, uno más del montón, un peón...

A él no le importa esto, y es feliz

Llevo años evitando este momento, una suma de minutos, de segundos y de horas; de días y de meses; una suma... más números... nuestra vida está basada en un orden abstracto, ¿tiempo?, ¿qué es el tiempo?, ¿qué es un día?, ¿es de noche solamente porque está oscuro afuera?. Números, como dinero; números que no me dicen nada, que no te dicen nada; números que nos dan órdenes; personas que crearon números para darnos órdenes.



No quiero pasar, no puedo creer que vaya a hacerlo, no puedo creer que vaya a traicionar mi libertad; voy a comprometerme con una sociedad mecánica, que no hace más que seguir indicaciones de señores que se creen dioses. Voy a traicionarme, voy a calmar esta picazón, voy a ser otro engranaje en un mundo lleno de máquinas que nos hacen cada vez más ignorantes.

Los relojes son joyas; y ese que tanto me gusta está allí, su correa dorada me saca una sonrisa; podría pensar que me está sonsacando, podría pensar que ya no quiero ser de esos que corren en el sentido contrario, no me gusta, pero tengo que aceptarlo, tengo que nadar junto con la corriente; tengo que ponerme pantalones largos y cortarme el cabello. Renunciar.

Ella tiene uno, él tiene otro; mi padre tiene uno, mi abuela tiene otro. Mis amigos tienen cada uno más de uno y hasta mi teléfono celular tiene la hora siempre. Todos hemos sido dominados, por el tiempo, todos somos esclavos de un sistema corrupto y vicioso; ya voy a tener mi reloj dorado, el segundero se mueve muy rápido, camina en círculos para volverme loco; pagaré rápido, y mañana caminaré al trabajo luciendo mi nueva adquisición. Seré un puto esclavo del tiempo. Todos somos esclavos del tiempo.


"Si me haces esperar, tal vez para cuando llegues, ya me habré ido"
                                                                                    L.F. Arias




miércoles, 29 de agosto de 2012

Ella no Entendía la Hora Militar

Cornelio se levantó temprano aquella mañana, se sentía como un carajito de 23 años, solo que ya su cabellera no era tan frondosa, es más, las entradas lo habían obligado a raparse el cabello cuando cumplió 44; tuvo una gran noche, Eva, la joven que yacía tendida a su lado, era la evidencia de que a pesar de rondar los 50 aún podía dejar agotada a una muchachita moderna.

Ya la vida no es como antes, todo es tan inseguro, uno da un paso aquí, luego otra paso allá; toda cambia si das un mal paso, o si alguien te tropieza; en este caso, todo cambia si Marlon te tropieza, porque tiene un genio terrible, podríamos culpar a su padre, pero la verdad cada hombre se forja a sí mismo, todos somos libres de elegir que camino queremos tomar, todos podemos cambiar; él no lo hizo.

- ¿No ves por dónde caminas, viejo de mierda? - bramó furioso
- Tranquilo, yo no busco problemas, joven
-Más te vale que no, Guevón...

Esa no sería la última vez que esos dos hombres se verían las caras.

El trabajo de Cornelio era aburrido, siempre se arrepintió por abandonar la carrera militar.

A las 5:30 pm en la hora que todos conocemos o las 17:30 en la hora mira militar, Cornelio regresó a casa, su esposa no quería ni verlo, ella sabía que había otra, solo que aún no había podido demostrarlo << 22 años de matrimonio por la borda, ¡Qué estúpida!>> siempre se arrepentía, se había fijado en el joven equivocado, en el militarcito que se veía tan correcto, Cornelio, ¿un nombre de un hombre correcto?, quizás se había equivocado.

-  Entonces, ¿te divertiste anoche?
- Que me voy a estar divirtiendo, tú eres gafa, no estuve trabajando todo el rato... ojalá me pagaran por divertirme - le contestó él comportándose muy macho
- Esa mentira se la meterás a tu madre
-¿A QUIÉN? - la madre de Cornelio había muerto poco tiempo antes, le había dejado su apartamento en Bello Campo como herencia - ¡Más respeto!... te agradezco
- Miren quién habla de respeto - le contestó con mal genio - ¿cuándo vamos a vender esa casa de tu mamá?
- Se va a vender, cuando se tenga que vender, ya deja de comportarte así, me tienes ladillado
- Ay, Cornelio, yo se que tú tienes tu otra mujer por ahí, a mi no me engañas
- Que te voy a estar engañando, me mato trabajando para ti es lo que es, ni te lo mereces...

El tiempo pasó, la mujer de Cornelio poco convencida, acordó con él que ella iría a limpiar el apartamento cada ciertos días; él intentó que le dijera qué días, pero ella no quería revelarle eso, a ver si así lo descubría con su supuesta amante. La relación de Cornelio y Eva se trasladó entonces a los hoteles baratos que conseguían cuando necesitaban estar juntos, así como cuando habían comenzado a salir y  su madre todavía estaba viva; pero él era un hombre astuto, no por nada había hecho algunos años en la escuela militar, él era "Arrecho", él sabía más que los demás. Estudió a su esposa y descubrió que siempre hacía lo mismo, los domingos salía supuestamente a comprar frutas a las 12:00 pm pero se tardaba mucho, regresaba a casa a eso de las 4:30 pm.

Él la había descubierto, si iba al apartamento de Bello Campo después de esa hora, podría divertirse con su verdadero amor, Eva, quién sí conseguía hacer que sonriera después de pasar buenos ratos placenteros. La llamó un viernes:

- Ya descubrí a mi mujer, este domingo la vamos a pasar bien rico, pero no vayas a llegar antes de las 16:30 - le comentó a su amante - este fin nos veremos, todo será tan rico como antes
- Pero, cariño.... a las... - se terminó la llamada - ¿16 y qué?

Cornelio tuvo que cortar la llamada porque su esposa intentaba escucharla

- La estás llamando a ella, ¿verdad? - le preguntó a Cornelio
- ¿A quién?... tú eres ladilla carajo...

Cuando el domingo llegó...

Marlon ya estaba cansado de llamarla y no recibir respuestas, ya estaba cansado de esperarla; él era un hombre al que las mujeres tenían que respetar, <<ninguna puta me va a joder>> pensó aquel domingo por la mañana; sacó la Beretta esa que le había quitado a un policía muerto, ese sería el último día de esa perra; la rabia recorría sus venas, sus ojos estaban rojos; nadie lo iba a detener. Marchó a paso firme.

El reloj marcaba las 3:47 pm, ella esperaba sentadita en una panadería al frente del edificio, se tomó un café y confundida camino hacia su destino, nunca notó que la estaban siguiendo. Todos la conocían, claro que pensaban que era la novia de un Cornelio soltero, y que la vieja que iba a limpiar los domingos era una cachifa o algo así.

- Señorita Eva, no la veía hace tiempo - la saludó un vecino - está tan hermosa como siempre
- Gracias, Jairo, tú también te ves bien
-Gracias, saludos a Cornelio, tiempo sin verlo a él tampoco
- Viene en camino, estábamos de viaje

La cerradura se abrió haciendo un ruido agudo, rompió el silencio que llenaba todo el apartamento, ya la esposa de Cornelio estaba por salir, pero al escuchar el ruido se escondió en la habitación, no cabía debajo de la cama así que se metió en el closet. Eva cerró la puerta y dejó su bolso sobre la cama al llegar a la habitación, sus tacones resonaban contra el piso de piedra, helado, limpio.

Decidió que se iba a cambiar para recibir a Cornelio, él siempre llegaba un poco después que ella, se quitó la franela y los jeans; la esposa de Cornelio no cerró un ojo, estaba maravillada, la envidiaba, ¿cómo carajos su esposo tan feo pudo meterse con esa carajita tan bella?, la luz que entraba por la ventana parecía resbalar suavemente por la piel dorada de su espalda, tan suave...

¡El timbre sonó!

El reloj marcaba las 4:10 pm, hubiesen sido las 16:10, si fuese la hora militar; ella caminó semi desnuda hasta la puerta, descalza, hasta sus pisadas sonaban divinamente bien; abrió la puerta y ese hombre siniestro la hizo querer morir del susto, se cubrió el sostén con las manos, estaba muerta de la vergüenza; él de la rabia, le propinó un golpe seco en la boca y la tumbó, la pateo hacia adentro y tiró la puerta al pasar; el portazo resonó por todo el pasillo, Cornelio lo pudo escuchar en Planta Baja, no sabía que ese ruido venía de su apartamento, algo le había dicho que Eva iría antes de las 16:30, por suerte para llegar a casa a esa hora, su esposa debería abandonar ese apartamento tipo 16:00, no había mayor problema, Eva podía haber llegado un poco más temprano. 

La puerta se abrió cuando Marlon apuntaba a una Eva que sangraba mucho y que  estaba tendida sobre el suelo esperando la sentencia del hombre con el arma.

- Así que eres tú... - pudo recocer a Cornelio como el viejo con el que se había tropezado días anteriores - ¿te estás acostando con este viejo? - le preguntó Marlon a Eva, ella no respondió solo lloraba
- ¿Qué está pasando aquí? - preguntó Cornelio
- ¡Eso pregunto yo! - Olga, su esposa, salió de la habitación
- Esto... eh.... - Cornelio no sabía que responder
- Es ella.... - la señaló con rabia - esa  es tu otra mujercita
- No... sí...
- Bueno mi señora, ella era... - dijo Marlon de manera cínica antes de jalar el gatillo

Eva murió....

- Y este... Era.... - dijo antes de apuntar a Cornelio y despacharlo directo al sueño eterno

Cornelio murió....

- Y usted, mi doña....
- ¿Yo?... no... yo.... - tartamudeó

- Usted... Era..... - la bala recorrió la habitación lentamente, rompiendo al viento, sin permitir que se dijera alguna otra cosa.

Ya eran las 16:30, Olga debió haber estado en casa.

El piso ahora estaba manchado...

Dos pecadores, pero sobre todo, una inocente murió, porque ella, Eva, no entendía la hora militar.

El piso aún continúa manchado...


L.F. Arias

"Algunas personas nunca van a aceptar nuestras disculpas".







sábado, 11 de agosto de 2012

El Abrazo no Dado

La mañana no lucía nada prometedora, de seguro perdería mucho tiempo en el banco, pero ya había retrasado demasiado el cambio de mi clave telefónica, estaba un poco harto de no poder usar los servicios que se ofrecían en línea, parecía un cavernícola, puro cajero, así no es como se maneja el dinero en la segunda década del siglo XXI.

El cielo de agosto estaba gris, recordé aquellos días hermosos de abril, con esa brisa que calentaba mis pensamientos de a poco, pero que nunca dejaba de ser fresca; vaya que mis zapatos estaban pesados, el haber trotado la mañana anterior me dejó las piernas cansadas; si tan solo tuviese mejores cosas que hacer, algo estaba pasando dentro de mí, una sensación de derrota, un poco de frustración, nadie le gana la batalla al tiempo, pero ya me sentía como un viejo prematuro.

Tomé un bus de los que ahora se empeñan en cobrar 4 BsF, la verdad era que ya sabía que quería hacer después de ir al banco, y no quería esperar 40 minutos a que pasara el metrobus, saludé al conductor sin recibir ninguna palabra amable de vuelta, nadie, las personas solo me miran el cabello, no importa si lo peino o no, si lo recojo con una cinta o si está mojado por una ducha, pero que más da, el mundo de ahora es tan frío que no vale la pena intentar calentarlo con un poco de humildad o gracia.

El banco estaba abierto, personas de todos los tamaños decoraban el lugar, habían algunos motorizados gordos también, lucían sucios, pero las personas así a veces me sorprenden con pequeños detalles que los hacen ver más limpios que a las personas de clase, bueno, supuesta clase alta, esas etiquetas que uno pone, ¿y para qué?, ¿para lastimarnos unos a  otros?, ¿Para dividirnos? o quizás simplemente para sentirnos mejores que otros, o peores... hay muchos tipos de gente, no me sorprendería demasiado.

Contarles como me fue en el banco no es el objetivo de mis historia de hoy, pues ya todos los que me leen deben saber como es eso, la verdad no es muy interesante, solo es así la primera vez, como todas las primeras veces, aunque hay cosas que me siguen dejando enganchado sin importa cuantas veces las haga, siempre depende de la buena compañía.

Una sonrisa galana adornaba mi cara, iba de un cachete al otro, estoy seguro de que alguien mas la habrá notado, disfruté de ella cada vez que se reflejaba mi rostro en las ventanas de los carros que me pasaban por el lado izquierdo; el cielo gris de a poco cambiaba de color, y  ya el sol comenzaba a inquietar el ambiente con su calor y su luz brillante; me quité mi suéter de rayas verticales justo en la entrada del supermercado más cercano.

Compré un mango, bueno una manga, saben el mango que es más grande, no entiendo por qué le dicen así; también compré unos marshmallows y una bolsa de papitas de esas que tienen más aire que papas, pagué con mi tarjeta y la cajera me preguntó que por qué no me cortaba el cabello, en la foto de mi cédula tenía un corte muy corto de cabello, según ella me veía mejor, no lo dijo de malas, de hecho me sonrió, pude sentir como mi sonrisa galana le iluminó la nariz de vuelta; no me distraje demasiado y caminé a un edificio que tenía muchos meses sin visitar, esa llave en mi llavero ya no se usaba.

La señora conserje me miró raro, un hombre joven con barba de 3 días completamente desconocido debió sorprenderla, ella era nueva, se calmó cuando una vecina me saludó con mucho cariño, la señora Adela del 1-1, casi me consigue un cupo en la UNEFA cuando planeaba cambiar de carrera y de universidad, salió apurada, creo que iba tarde para su trabajo; tomé el ascensor y me detuve en un piso que no mencionaré.

La reja de la puerta estaba abierta en el apartamento en el que aprendí que la familia no siempre es aquella que comparte tu misma sangre; toqué el timbre para que me abrieran la puerta, rasguñada por alguna criatura canina. Esperé, esperé por un par de minutos, pero no estaba apurado, hacía tiempo que quería hacerlo, esa visita estaba marcada en mi calendario, no literalmente por supuesto, y después de una espera taimada la puerta se abrió, ella me recibió con su cara tan pálida como la nieve. 

Hubo un poco de tensión al principio, justo como me lo imaginé tantas veces antes de dormirme, ella había vuelto a teñir su cabello de castaño oscuro y sus labios seguían igual de grandes, pero el tiempo es sabio y ya no había nada en ella que consiguiera atraerme, la magia había muerto desde aquel mes de noviembre en el que experimenté por primera vez la desgracia de un corazón roto por una mujer, esa sensación horrible, espantosa, tus ojos se vuelven cascadas y un pozo profundo y helado se forma en el medio de tu pecho, un hoyo sin fondo, pero lleno de pesar y soledad, lleno de fracaso y de frustración como las cosas que han invadido mi cabeza de a ratos desde hace algunos días.

No me dijo nada, ya no había nada que decir, o eso creí yo durante más de un año, hasta que lo comprendí, hasta que ver sus fotos sonrientes no me causaron ganas de vomitar, hasta que asimilé mi destino y descubrí la verdad, acepté lo que la vida me propuso, y gané, o eso creo. 

-¿Está tu mamá en casa? - le pregunté sin caer en la trampa del silencio que ella proponía 
-No, todos salieron, estoy sola - me respondió esperando que me fuera rápido
-Hummm... había comprado esto - le enseñé la bolsa
-Mi abuela disfrutará de ese mango grande - me dijo, a su abuela le encantaban las mangas
-¡Oh!, disculpa, las papitas son mías
-¿Sigues siendo adicto a esas cosas? - me preguntó 
-Y al té de limón también, yo nunca cambio
-Bueno yo les daré estas cosas y les diré que son de tu parte

No quise prolongar lo que ya de por sí era muy incomodo, así que hice lo que tenía que hacer, dije lo que tenía que decir, me tomó muchos meses para sentirme finalmente bendecido, aliviado, triunfante; y desde entonces me moría por hablarle para darle las gracias; las gracias por haber tomado una decisión que generó  un cambio para ambos, ella se iría con ese tal Charles  y yo me quedaría sólo, pero gracias a eso aprendí cosas de mí mismo que nunca hubiese descubierto a su lado.

-Ah... ¿Gracias? - dijo, como siempre mostrando ese lado repelente que yo detestaba
-Sabes, estoy muy agradecido, te debo un gran favor, pues ahora sé que estoy lleno de amor; podrás decir lo que quieras de mí, que soy egoísta, superficial, que soy tacaño y flojo, quizás que soy flaco y pequeño... pero nunca podrás decir que soy una mala persona, nunca podrás negar que soy un hombre complejo, sensible, amable, amoroso y correcto, nunca podrás decir que soy uno más del montón, pues yo soy único, y no único como los demás que aunque son diferentes quieren ser iguales y siguen un patrón, yo soy diferente, misterioso y hasta fastidioso, pero encantador.
-Ajá...
-Hoy vine hasta acá para abrazarte y darte las gracias, por darnos a los dos una nueva oportunidad de ser felices, por permitirme crecer, y me hubiese hasta encantado que él estuviese aquí.
-¿Charles?, pero si él te odia, tú si que eres bien extraño Floyd - me dijo con aires de superioridad
-Él me odia, pero yo ya no lo odio a él, no es mi culpa que las cosas hayan pasado así, ni tampoco es su culpa, pero quisiera abrazarlos a los dos, sonreírles y salir corriendo a mi casa, quizás hoy pueda besar a mi novia mientras vemos caer al sol desde la mesa de ping pong de mi edificio
-Pues, de nada, no sabía que te sentías así, ¿te está yendo bien?
-De maravilla
-Que lo disfrutes, nos vemos luego

A pesar de todo, algunas personas no están dispuestas a aceptar un abrazo, hacer las paces no les parece suficiente, e ignoran el lazo que se puede formar cuando uno está dispuesto a perdonar y seguir adelante, cuando dejando a un lado todos los malos ratos estamos dispuestos a lanzarle una sonrisa galana a la vida.


"La verdad duele, cuando la dices, cuando la escuchas y cuando la lees".

                                                                                         L.F. Arias

Floyd - Unas cuantas navidades atrás


miércoles, 18 de julio de 2012

Reconocimiento al Usuario con más Comentarios en mi Blog

 Desde la primera entrada Lawrence Arias ha estado comentando, a veces de manera acertada y a veces cambiando el tema de la publicación, pero sea cual sea su opinión, siempre enigmática, no ha dejado nunca de expresarse y sobre todo, de joderme la vida para que me diera cuenta de eso.

Por eso es que ahora, Lawrence Arias obtiene un reconocimiento por sus comentarios locos, un fuerte abrazo, disfrútalo, y disfrútenlo todos.


Floyd cumpliendo 18



The Law, su alter-ego 




Floyd vs Lorenzo



El gran Clásico - episodio 10 de Floyd vs Lorenzo



Sigue así Lorenzo - Mr Frog



El camino correcto está allí, justo delante de tus ojos, no pienses tonterías y haz lo que tienes que hacer, eso que solo tú sabes, con humor y una actitud de Frog, sueña, hazlo en grande porque no importa cuantos años pasen, ni cuanto cabello pierdas, ni cuantos kilos ganes, ni cuantos programas repetidos veas, nunca es tarde para soñar y mucho menos para cumplir tus sueños.

L.F. Arias.



Lawrence Arias