Sucede de pronto que el sonido de la
puerta al cerrarse de golpe se hace más fuerte, más y más fuerte mientras me alejo de casa; podría
esto ser ocasiona debido a que ya duele la distancia que crece a cada paso y me
separa de mi familia. Sucede de pronto que las sombras se apoderan de mi camino
al trabajo, todo se torna más y más oscuro; podría ser esto posible debido a que comienza a sentirse la nostalgia
que crece a cada paso y me aprieta el corazón.
A veces en la vida los caminos se dividen
y enormes bosques frondosos y verdes surgen del suelo creando una enorme
separación, un muro natural impenetrable. A veces en la vida toca tomar
decisiones importantes, toca separarnos de todo aquello que siempre ha estado
allí aun cuando no nos tomáramos la molestia de darle importancia.
La familia es el núcleo social que nos
nutre como personas, a veces lo hace bien y a veces mal. Es nuestro primer
grupo de amigos, algunos nos caen bien y otros no tanto; pero como buenos, y
fieles, amigos siempre están allí para reírse de nuestros tropiezos y animarnos
a ponernos de pie. La familia es esa manada de la cual nadie se separa cuando
es temporada de caza; es una llamada cuando sale la luna y todavía no
retornamos al hogar, es una sonrisa de domingo viendo la
televisión y un grito de alegría tras una victoria en un juego de mesa. Esa es
la familia, la que nunca te abandona ni en las buenas ni en las malas.
Ocurre que las sirenas de los carros se
hacen mudas y el smog de sus tubos de escape no molesta a mi nariz; podría esto
ser posible porque he comenzado a extrañarlos. Ocurre que las agujas de mi
reloj se mueven lento y los minutos no quieren avanzar; podría ser esto posible
debido a que los días sin ellos son eternos y, de hecho, ellos ya no están.
Algunas veces en la vida toca dejarlo todo
atrás, ropas, fotografías y maneras de pensar; absolutamente todo. En algunas
ocasiones los nuevos destinos simplemente se aparecen y nos obligan a decidir,
nos prometen placeres que tan solo parecían posibles en nuestros sueños, nos prometen
mujeres, u hombres, con quienes ni se nos cruzó por nuestras cabezas que
podrían acompañarnos. Los nuevos destinos… desconocidos finales.
La familia es la alegría que baña nuestros
días; son esas personas que desean nuestro éxito, así lo hagan en secreto, y
celebran con nosotros al final de la semana. Son las reuniones anuales y todas
las historias por contar en tales eventos, son los brindis y los bailes,
incluso la navidad. La familia es la garra necesaria con la cual afrontamos
nuestros miedos, es esa energía que nos impulsa desde las gradas cuando parece
que finalmente no lo vamos a lograr. Esa es la familia, la que nunca te
abandona ni en las buenas ni en las
malas.
Hoy
el sol no brilla como siempre, la brisa tampoco refresca; podría ser porque la
fecha ha llegado, la fecha temida por una persona con sentimientos encontrados.
Esta mañana los perros no ladraron alegres y el agua de la ducha se sintió
fría; podría esto haber sido ocasionado debido a que el destino llegó y ellos
se han marchado. Hoy me he quedado solo, así como tantas veces deseé
erróneamente; hoy me sentí solitario en la mesa y sin apetito mastiqué un simplón
desayuno mientras recordaba el último abrazo dado antes de dejarlos partir.
La familia es esa que se extraña a cada
segundo cuando no están en casa, es esa a la que se espera a cada minuto cuando
todavía no llegan, es esa a la que uno
quiere aun cuando provoque matarlos, porque es que no se puede negar que a
veces no parecemos pertenecer al mismo equipo. Así se define a la familia, como
la solución del problema, como el amor que llena y la meta que se persigue
desde el primer momento, desde la primera sonrisa, el primer abrazo y la
primera vez que escuchamos un “te quiero”.
Los días ahora son largos, son caminos
solitarios con destinos desconocidos. Esto es así, sin duda, debido a que ya
los quiero de vuelta y ellos apenas se acaban de marchar.
Hasta pronto.
De principio a fin con ustedes. |