Surf en SD

Surf en SD
La vida está en el camino.

martes, 15 de marzo de 2016

La Furia


Contrólate. (Floyd - Galería de Arte Nacional 01/2016)


     <<¿Cómo te encuentras hoy, Edgar?>> La señora Miriam tiene una mirada bastante pesada. Sus malditos lentes de pasta gruesa no son capaces de contener la pesadez que irradia de sus ojos negros. Va despertando de a poco La Furia en mí. <<Bien>>. Ella toma nota. <<Es un gusto tenerte conmigo el día de hoy. Veo que te has rasurado el bigote>>. Sus labios gruesos están mal pintados, ya es habitual que su boca sea un desastre. <<Sí, fue una idea que se me metió en la cabeza>>. Ella toma nota de nuevo. <<¿Qué otra idea anda rondando por ahí? No nos hemos visto en semanas>>. Hoy tiene pelos que salen de sus fosas nasales, eso es nuevo. <<La de siempre>>. Ella por poco comienza a tomar nota de nuevo, no lo hace. Me está mirando. <<¿Cuál es esa?>>. <<Rosa Mary>>. Esa mirada siempre me pone nervioso. No me gusta estar con la señora Miriam.

     <<El Tiempo que te toma a ti, es el tiempo que me toma a mí>> Me dijo Rosa Mary con su voz en calma. Las sábanas estaban revueltas. Sus cabellos rizados lucían enmarañados. Los alrededores de su boca eran un juego de colores rojizos por la pintura de labios regada. <<Si pudieras verte la boca, pareces un payaso>> Me dijo antes de darme un beso veloz. Mi teléfono celular sonó. <<Disculpa>> Ella detestaba que contestara el teléfono después de hacer el amor. <<¿Qué más da?>> Se levantó de la cama. Se marchó molesta, supuse que había ido a la cocina a buscar un vaso de agua, habíamos sudado mucho, si yo tenía sed, ella también debía estar sedienta. Contesté la llamada sin prestar atención al nombre que se mostraba en la pantalla. <<Es hora de despertar…>>. Se trancaron mis pulmones, una fuerza sobrenatural los exprimía. Caí asfixiado sobre la cama. El sueño había llegado a su fin. 

     Las noches de insomnio eran recurrentes desde el accidente. Cuando el dormir llegaba, entonces había pesadillas. Edgar López fue encontrado más muerto que vivo dentro de lo que antes del choque era una camioneta Grand Cherokee 2000. El árbol que frenó a Edgar se mantuvo en pie. Los robles son difíciles de derribar. Los oficiales  y demás cuerpos de seguridad presentes en la terrible escena, especulaban acerca de los posibles motivos del accidente. <<El hombre ha de haber estado borracho ‘e bola>> Comentaba un gordo uniformado. <<No, ese hombre estaba sobrio>> Un sujeto elegante se fumaba un cigarrillo mientras compartía su opinión. <<Habrá tenido una emergencia, trató de ir más rápido de lo normal y se jodió. ¿Por qué siempre que alguien se vuelve mierda uno asume que estaba ebrio?>> Un joven paramédico se mostraba alterado. Los tres hombres se quedaron discutiendo, mientras el estropeado cuerpo de Edgar era trasladado al hospital más cercano.
    
     <<Todo el mundo pide deseos y se sienta a esperar… Todo el mundo malgasta su tiempo, Edgar. Ya estoy harta de esperar a que cambies, ya estoy hasta el cuello con tus pendejadas. ¿Acaso es tan difícil aceptar el hecho de no necesitas nada más para ser feliz?>> Rosa Mary estaba bastante molesta aquella tarde, creo que, de nuevo, estaba llevando las cosas demasiado lejos. Su paciencia ya no daba para más. <<Tú no me entiendes, Mary. Coño, ponte en mi lugar, no joda>>. La caída parecía definitiva, debía asegurarme de caer de cabeza para que el impacto terminara con el asunto para siempre. Un mal cálculo podía dejarme vivo y más jodido de lo que ya estaba. <<Si esto es lo que quieres, si ésta es tu manera de resolver las cosas, entonces hasta acá llego yo. Me rehúso a ser testigo de tu final. Me enferma ser espectadora de tu destrucción. Lo he hecho todo para apoyarte, Edgar. ¿Qué más quieres de mí?>>. No quería nada. El peso de mi cuerpo se trasladó a la parte izquierda, me sentí halado por la gravedad. La escuché gritar. El ruido se fue apagando. Sordo comprendí que el sueño había terminado.

     <<Te mereces algo mejor que yo, Rosa Mary. Eres un ángel>> Edgar caminaba de un lado al otro en la sala de estar de Rosa Mary. <<Vas a abrirle un hueco al piso – Mary lucía exhausta – Deja de caminar, por favor>> Lucía deprimida. <<Sabes que no puedo quedarme quieto cuando estoy nervioso>>. <<Lo sé…>> Las medicinas parecían no ser suficiente. Edgar estaba atravesando otro ataque de pánico. Se encontraba en una de esas temporadas del año en las que lo arropaba la frustración. El hombre estaba deprimido, otra vez. Ambos estaban perdidos de nuevo. <<Mi amor, no voy para ningún lado. Ya debes estar harta de mí. Soy un fracaso>>. Rosa Mary viró sus ojos en dirección del techo, parecía cada día más difícil amarlo. <<¿Qué quieres que haga, Edgar?>>. <<No sé, Rosy>>. <<¿Me voy?>> La sola mención de la pregunta hizo que Edgar dejara de caminar. <<Siempre te lo he dicho, el día que quieras partir, eres libre>>. <<¿Qué se supone que eso significa?>>. <<Que tu felicidad es lo más importante para mí>>. <<¿Y si tú eres mi felicidad?>>. Edgar no respondió, siguió caminando hasta el balcón y regresando hasta quedar al frente de Rosa Mary.

     <<Debes dejar que el pasado quede atrás, Edgar. ¿Qué ganas con traerlo de vuelta?>> Miriam, siempre Miriam. La odio. <<No gano nada>>. <<Algo debes ganar, mira, la vida es un negocio. Algo ganas y algo pierdes, estos recuerdos de Rosa Mary son recurrentes, eso me indica que alguna ganancia sacas. Bueno, puede ser que lo percibas como una ganancia, aunque no sea una>>. <<No gano nada>>. <<A veces no es fácil notar qué estás ganando>>. Todavía no acepto los sucesos del once de noviembre. Siempre intento engañar a Miriam, pero ella no me cree. Miriam es muy lista. <<Déjeme pensar qué es lo que podría estar ganando>>.

    
"Ya entra, vamos" Rosa Mary.
Todas las botellas que nos tomamos estaban regadas por el suelo de la habitación de aquel hotel barato. Las putas gemían en las habitaciones contiguas. Era excitante. <<¿Y bien?>> Rosa Mary se fumaba un cigarrillo. Era surreal. Ella estaba tendida sobre la cama. <<Todo está bien. Hoy todo está bien>>. <<Lo sé. Te amo cuando todo está bien>>. ¡No, no, no! ¡Por el culo no! Se escuchaba en una habitación vecina. <<Ojalá hubiésemos ido a otro lugar>> Le comenté, daba un par de sorbos a la última botella de whisky que nos quedaba. <<No importa el lugar mientras estemos tú y yo>>. Su cigarro se terminaba, casi se estaba fumando la cola. <<Solo me gustaría poder darte más>>. <<No comiences y ven a la cama>> Rosa Mary arrojó la colilla al suelo. Lejos de las sábanas. <<Voy>> Coloqué la botella sobre la mesa. La quinta erección dolía un poco. Estaba hinchado. Rosa Mary abrió las piernas para tentarme. <<El quinto siempre es más rico>> Dijo. Llegué al borde de la cama, gateé hasta que mi boca comenzó su camino en donde nacían sus muslos. <<Pásame la lengua, vamos>>. Así lo hice. Mi lengua recorrió su cuerpo sudado hasta llegar a su cuello. <<Eres mi diosa>>. <<Sí, solo tuya. Ya entra, vamos>>. Un sonido violento provino de la puerta, la habían derribado. <<Entra, vamos. Ya va a terminar>> Ella lo pedía ansiosa. Una sombra se acercó por detrás de mí, cuando estuve por entrar, sentí que me arrastraron por las piernas. <<No me dejes así, Edgar>> Me dijo molesta. Yo no podía hablar. No me podía mover. Ya cuando me arrastraban por el pasillo, una prostituta me habló. <<Fue algo precoz>> Dijo. El sueño terminó.

     El teléfono celular sonó, desesperado, Edgar lo buscó en uno de los bolsillos de su pantalón con una mano. Con la otra sostenía el volante de la camioneta. Era el tono predeterminado para Rosa Mary. <<¡Aló!>> Exclamó angustiado. <<No grites… Siempre gritas por teléfono>> Era ella, su voz inspiraba calma. <<Perdón>> Moderó el tono de su voz. <<¿De verdad te vas?>> Ella había estado llorando, era difícil percibirlo, pero él podía hacerlo. <<En eso quedamos, mi amor. Es lo mejor para ti. Amarme es muy difícil>>. <<Sí, estoy agotada. Te he llorado, te he sufrido. Edgar, ¿Por qué no puedes cambiar? Nada te basta…>>. <<Tú eres más de lo que merezco, tú me bastas…>>. <<Vuelve, vuelve por mí>>. En una maniobra arriesgada, la camioneta de Edgar se coleó y pasó de ir al norte, para ahora dirigirse al sur. Las marcas de los cauchos quedaron sobre el carretera. El ruido espantó a las lechuzas. El celular salió volando y golpeó el techo. <<¡Voy!>> Gritó. El celular aterrizó en el asiento trasero.

      Pensar no es algo que esté disfrutando en este preciso momento. Me enfurece tratar de responder preguntas que no se supone deba responder. No gano nada, más bien pierdo al quedar estancado en ella. El once de noviembre vive en mí. <<Entonces, Edgar, ¿Qué ganas trayendo al pasado de vuelta?>> Miriam insiste. La Furia está allí, su mirada la despierta, mis venas se infectan con la rabia del recuerdo. <<Me da compañía>> Digo al fin, lo único que siento. <<Claro… La soledad. No le temas a la soledad>>. <<No le temo, no le tengo miedo a nada, Miriam>>. <<Yo entiendo que no es fácil, sin embargo estamos haciendo un trabajo y te aseguro que volverás a estar bien>>. No le gusta que me dirija a ella así, odia que pronuncie su nombre. Pero la odio más a ella. <<¿Cuándo voy a estar bien? Ya me siento bien>>. <<Todo en su debido momento>> Dice ella mientras toma notas que no puedo leer.


"Lo que hice... Yo no sé. La Furia tomó el control" Edgar López.

     <<Entonces el acusado se declara inocente, eso es una locura>> El estado se rehusaba a creer la historia. El Doctor Gutiérrez daba su declaración <<...Todas las lesiones encontradas en el cuerpo de la víctima fueron hechas mientras ésta yacía sin vida...>> El buen Doctor Gutiérrez. <<¿Cómo puede saberlo?>>. <<Mi experiencia profesional así lo indica>>. <<¿Con qué fin el acusado podría haber hecho lo que hizo?>> El estado siempre buscando encontrar hasta lo que no deben encontrar, ahora interrogaban al Doctor Marcano. <<Mi paciente sucumbió ante un estado mental incontrolable, no era él mismo, podrían preguntarle, pero ni él podrá responderles>>. <<¿Por qué?>>. <<Porque les aseguro que no sabe qué fue exactamente lo que pasó aquella tarde>>. No importó de nada lo que Edgar dijera, ni su llanto honesto. Su condición, la locura a la que él llamaba "La Furia", lo condenó de por vida.

     La niña Rosa Mary jugaba a saltar la cuerda. Ella y sus amiguitas reían felices. Cinco árboles de cerezos rodeaban el patio. <<Cincuenta, cincuenta y uno. Cincuenta y dos>> Susanita era la encargada de contar. <<Miren quien llegó…>> Ramona, la negra Ramona, ella me odiaba. <<Cincuenta y cinco… - Rosa Mary tropezó - ¡Ay! Solo cincuenta y cinco, Rosita. Ese niño te empavó>> Susanita negaba con la cabeza. <<¿Qué haces aquí, Edgar?>> Ramona le entregó a Rosa Mary el extremo de la cuerda que sostenía. <<Vine a jugar>>. <<No vas a jugar>> Respondió altanera como siempre. <<Tú eres pavoso>> Comentaba Susanita. Rosa Mary caminó hacia mí. <<No te juntes con él Rosy>> Ramona daba sus órdenes habituales. La niña Rosa Mary tomó mi mano y caminamos lejos. Las hojas rosadas revoloteaban a nuestro alrededor. El aroma floral era placentero. Sus manos eran suaves. <<Algún día vamos a ser mejores amigos, Egui. No importa si para los demás eso no está bien>> Su voz era dulce. El viento arreció. Nos elevó de tal manera que ya no tocábamos el suelo. Nos soltamos de las manos. <<¿Algún día?>> Le pregunté. <<Es hora de despertar>>. Me dijo antes de ser arrastrada por el viento. La vi perderse a la distancia. El sueño terminó.

     <<Debemos dejarlo hasta acá, Edgar>> No parecía ser ella misma. Rosa Mary tenía la mirada perdida. <<¿Qué pasó?>>. <<Ya no puedo seguir, nada de lo que hago es suficiente. Duele amarte, me quema. Ya no puedo, Edgar>> Rosa Mary se fumaba un cigarrillo, ella nunca fumaba. No le gustaba fumar. <<Tu felicidad debe ser lo más importante para ti>>. <<Sí>>. <<¿Tu felicidad no era yo?>>. <<Sí, y allí estuvo el problema. ¿Cuántos años van ya?>>. <<Toda  una vida>>. <<Será mejor así entonces. Será el inicio de una nueva vida>> Rosa Mary tomó su bolso y abandonó el restaurante. <<¿Qué harás ahora?>> Edgar le preguntó al vacío que ella dejó. No hubo respuesta.

     La adolescencia fue la época más bonita. Rosa Mary floreció y pasó de ser la niña más bella del mundo a la mujer más bella del mundo. El campo estaba localizado en el horizonte, no había nada al norte, tampoco al oeste. Solo flores amarillas, girasoles enormes. No había brisa. La luz descendía del cielo provocando un efecto de calidez inigualable. <<Vamos, Egui. Ya quiero ver cómo estoy quedando>> Sostenía un pincel, estaba pintando su retrato. <<Bella, hermosa. Estás quedando de la única manera que puedes quedar>>. Contaba con la infinidad de colores requeridos para darle a ella el más bonito de todos los cuadros. <<Se acaba el tiempo, Egui>>. Se nubló el cielo. <<No, no se acaba, es solo que nunca es suficiente>> Continuaba inspirado. <<Se acaba el tiempo>> Ella comenzó a desaparecer. Su retrato se convertía en algo similar a un conjunto de líneas abstractas.  <<Se acabó>>. Sus labios fueron lo último que vi, sobre el lienzo se transformaron en dos líneas curvas rojas, que poco a poco se volvieron dos rectas paralelas. El sueño terminó.

     <<Tú sabes que no estoy bien, Edgar. Coño no eres el único con peos>> Rosa Mary y Edgar caminaban por el parque. Acababan de visitar al Doctor Marcano. <<Siempre que tomemos las píldoras todo estará en orden, mi amor>>. <<¿Por cuánto tiempo, Edgar? Siempre es lo mismo, caes en un hueco tres veces por año desde hace años. Así no puedo. Yo también estoy mal>>. Edgar le apretó la mano. <<Siempre que estemos juntos vamos a estar bien>>. <<Te amo>> Le respondió Rosa Mary.

"...Se suponía que no debería estar acá. Yo debería estar muerto" Edgar.
      Estoy cansado de esperar por mi momento. Siempre es mi momento y Miriam no lo entiende. Si yo sobreviví al once de noviembre, a dos onces de noviembre… A cuatro onces de noviembre. No merezco estar acá, se suponía que no debería estar acá. Yo debería estar muerto. <<¿En qué estás pensando>>. <<En nada>>. <<Vamos, Edgar. Tenemos confianza, estoy aquí para ayudarte>> Ella me mira con rabia. Se me tensan los músculos. No quiero estar acá. <<No quiero estar aquí, Miriam>>. Ella me mira con desprecio, la he vuelto a llamar por su nombre. <<¿Quieres volver a tu habitación?>>. <<¿A mi celda?>>. <<No es una celda, Edgar>>. <<Es una jaula de paredes acolchadas, Miriam>> Siento La Furia en mi transpiración. Voy a explotar.

      La sangre estaba sobre sus ropas, pintaba también su rostro por la constante acción de pasarse las manos por él. La angustia le mantenía el pie derecho fijo sobre el acelerador. La velocidad aumentaba, la agujita anaranjada vibraba rozando por momentos el tope. Chillaba la camioneta. Las lágrimas de Edgar se fusionaban con la sangre que pintaba su cara. El llanto desconsolado y los gritos de locura se escuchaban por toda la solitaria carretera. <<¡No te vayas hasta que mis ojos dejen de mirarte!>> Era La Furia. Controlar la camioneta era muy difícil. Edgar no se esperaba esa curva cerrada. <<¡No te vayas Rosa Mary!>>. Giró el volante sin miedo. La curva la dio bien, eso creyó hasta que se salió del camino y se estrelló de frente contra un roble. Las luces lo marearon hasta que una temible oscuridad le abrazó los pensamientos. Edgar se sintió muerto.

     <<El día llegará, Edgar. Será el día más bonito de tu vida, mi amor>> Rosa Mary y yo estábamos sentados en una rama muy alta. Era un robusto árbol de mango. <<¿Cuál día?>> Yo la miraba con ojos de amor, su cabello enmarañado se movía poco a pesar de la fuerte brisa. <<El día en el que todo termine>>. <<Yo no quiero que termine>>. <<Pues, el día llegó>> Rosa Mary saltó. <<¡Rosa!>> Quise saltar, pero no pude acompañarla, mis nalgas estaban adheridas al árbol. Miles de risas me atormentaron. <<¡Rosa!>>. Sentí que no la volvería a ver. Entonces el sueño terminó.

     <<¿Qué día es hoy, Miriam?>> Me cuesta respirar, el pánico me tiene de presa otra vez. <<Eso no es relevante, Edgar. Vamos a relajarnos juntos. ¿Quieres?>>. <<No>>. <<Cierra los ojos, vamos a estar bien>> Miriam ya no me va a poder controlar, yo no me voy a poder controlar. Cuando La Furia me apresa yo muero y vuelvo a nacer. <<No>>. <<Deja que las respiraciones profundas te regeneren, inhala por la nariz, llena esos pulmones>>. <<Te he dicho que no>>. <<Exhala por la nariz, fuerte>>. <<¿Qué día es hoy? Huele a ella>>. Miriam toma nota rápidamente. Tiene miedo, el diámetro de sus pupilas es más grande del habitual. Le tiemblan sus arrugadas facciones. <<Bueno, Edgar. Yo creo que volveremos a vernos pronto>> Se despide. <<No te vayas sin decirme qué día es hoy. Puedo olerla>>. Ella se levanta de su silla, tira su libreta y su bolígrafo en su bolso. Se le ve aterrada. <<¡Alberto! ¡Por favor abre la puerta!>> Ya está pidiendo apoyo. <<No te vayas hasta que mis ojos hayan dejado de mirarte, Miriam>> Me mira fijamente, toda su prepotencia la ha abandonado. Ahora La Furia está en mí como aquella tarde noche en la que morí. <<¡Alberto! ¡Abre, Alberto!>>. <<No te vayas>> Me levanto. La asecho. Odio a Miriam. Odio este maldito lugar. Odio estar vivo. <<¡Alberto!>> La puerta se abre, ingresa Alberto acompañado de Julián, el maldito Julián. <<Feliz once de noviembre, Loco>> Me saluda. Reviento. Veo  la vara eléctrica acercarse, ya no veo nada. El piso de concreto amortigua mi caída. <<Feliz once de noviembre>> Los escucho reírse. Ya no estoy consciente.

     <<¡Llegué, Rosa Mary! ¡Abre la puerta!>> Edgar gritaba desesperado desde el pasillo. Se escuchaba un leve sonido de guitarra, Rosa debía haber puesto de nuevo el CD de guitarra instrumental a reproducir. No era bueno. Nunca era bueno que ella escuchara ese CD. <<¡Rosa Mary!>> Edgar entró en desesperación, se tensaron los músculos de sus brazos. Se brotaron las venas que recorrían su cuello. La Furia se hacía más fuerte. Dio dos patadas a la puerta y ésta se abrió de golpe. Rosa Mary estaba tendida sobre el suelo de la sala. Tenía los ojos cerrados y una sonrisa de despedida. <<¡No, Rosa! ¡No!>> Edgar corrió en dirección del cuerpo. Rosa abrió los ojos. <<Viniste…>> Casi no se le escuchaba la voz. <<Sí, claro que vine. ¿Qué hiciste?>> Edgar se arrodilló a un lado del cuerpo. <<Nada, disfrutando del día más bonito. Lo poco que brilla, brilla con intensidad>> Un frasco vacío rodeado de píldoras estaba tirado a poco más de dos metros de ella. <<¿Qué?>>. <<No te vayas hasta que mis ojos dejen de mirarte, Egui>> Rosa Mary había sucumbido ante la depresión. <<Rosita, no… ¿Qué te hice?>>. <<Nada, mi amor. Tu problema es contigo mismo y mi problema es conmigo misma. Hoy termina>> Ya había ocurrido antes que Rosa Mary intentara el suicidio, había fallado dos veces. <<Vamos al médico>> Edgar intentó levantarla, lo consiguió. Sin embargo, los ojos de Rosa Mary habían dejado de mirarlo. <<No te vayas, Rosa Mary. No te vayas. No te vayas>> Se había ido. La Furia se soltó. Fue la primera vez que la sintió tomar el control por completo. Fue como si una sombra oscura inundara su corazón. Como si exprimieran sus pulmones. Como si ya no fuera él mismo mismo. Una voz gruesa le hablaba dentro de su cabeza. Tomó un lapicero que encontró en la mesa de la sala y apuñaló el cuerpo de Rosa Mary. La sangre salpicó por todo el lugar, abrió diecisiete huecos en su abdomen y seis más haciendo un camino de agujeros que concluyeron con la puñalada veintitrés que asestó en el cuello de su amada. Se escuchaba gemir de dolor a Edgar. Se le escuchaba maldecir. Se levantó cuando La Furia se lo permitió. Sus ropas estaban manchadas, se palpó el rostro. Miró el enorme calendario colocado sobre la mesa del computador, era once de noviembre. Salió corriendo en busca de su camioneta. De a poco venían todos los recuerdos, todos los tormentos. Volvía a ser él mismo, y se perdía otra vez. Como pudo arrancó tratando de huir de la escena.

     He despertado en mi prisión. La jaula acolchada que me retiene en contra de mi voluntad.  La Furia ya no está, se ha ido, así como se fue Rosa Mary. ¿En dónde está, Rosa Mary? Ya no está aquí. Ya no estoy aquí. ¿Quién soy? Creo que no soy nada desde que se marchó sin mí. Nada tiene sentido. Me trajeron de vuelta desde el fin de mi mundo, allí es donde debía permanecer. Sigo sobreviviendo a cada nuevo once de noviembre. Seguiré sobreviviendo hasta que los días terminen y las noches me bañen en una oscuridad perpetua. La misma oscuridad de la que me trajeron de vuelta tras el accidente. Siendo honesto, yo no quería volver. 



L.F. Arias.


martes, 8 de marzo de 2016

Marzo: Lectora del mes

Este mes decidí contactar a Vanessa Terán, lectora del Blog desde hace varios años, durante los cuales hemos intercambiado muchas opiniones, risas y experiencias. Ha sido un gusto conocerla y es un placer anunciarla como lectora destacada de marzo (2016).

¡Gracias por dedicar parte de tu vida para leer a este joven soñador!

Veamos cómo respondió a algunas de mis preguntas:

¿Quién eres?

"Soy alguien de 145 centímetros que se exige todos los días"
"Mi nombre es Vanessa,  soy de mente compleja, suelo ser alguien muy inconforme, trato de dar lo mejor en mis propósitos (tengo muchos). A veces, quiero correr dentro mis metas y quisiera hacer todo al mismo tiempo, honestamente tengo mal carácter. Soy incondicional a las personas que aprecio, no me defino ante las personas diciéndoles  soy esto, esto y esto, prefiero que a través de mis actos lo vean, sin perder mi esencia".

La Frase:

"Soy alguien de 145 cm que se exige todos los días, alguien que demuestra a diario que una dificultad puede ser una herramienta".

¿A qué te dedicas?

"Al arte de la Enfermería. Dedicación, vocación, honor, compromiso".

¿Desde cuándo lees el Blog?

"Llevo leyéndote desde hace un par de años. Desde 2011".

¿Cuál ha sido tu entrada favorita?

"Es difícil decidirme por una sola, ya que cada año y cada entrada son experiencias distintas al leerlas, porque no eres el mismo escritor del 2011 que el de 2016, es decir, ha cambiado la forma en que muestras tus pensamientos y los plasmas en letras. Mis favoritas son  ‘El ocaso de los 29’ (2012) y ‘Perdido en la sabana’ (2015)". 

¿Cuál es tu lugar favorito en el mundo?

"Mi lugar favorito es ‘Verde y amplio’ me gustan muchos lugares con espacios grandes y llenos de grama verde esmeralda y rosas arcoíris". 

¿Cómo definirías al "tiempo"?

"Inexistente".  

¿En dónde está la vida?

"Lo primero que viene a mi mente es que está en nosotros mismos, en los humanos y seres vivos.  Sin embargo, podemos estar vivos solamente en el sentido fisiológico.  Pienso que sentir que hay vida, que estamos en ella, es darte el tiempo necesario para conocerte en cada arquetipo, emplear y hallar las herramientas que te ayuden a lograr aquellas cosas que te propongas.  Aunado a que hay vida entre las personas que te aprecian". 

Para cerrar, una pregunta que me encanta hacerle a las personas que están más cerca de mí: Si la vida fuese de un color, ¿de qué color sería?

"Un color degradado, escala de grises, viéndolo desde mi punto racional".



"Cada perspectiva es un heptágono". Vanessa Terán (2016).