Surf en SD

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La vida está en el camino.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Familia

      Sucede de pronto que el sonido de la puerta al cerrarse de golpe se hace más fuerte, más y  más fuerte mientras me alejo de casa; podría esto ser ocasiona debido a que ya duele la distancia que crece a cada paso y me separa de mi familia. Sucede de pronto que las sombras se apoderan de mi camino al trabajo, todo se torna más y más oscuro; podría ser esto posible  debido a que comienza a sentirse la nostalgia que crece a cada paso y me aprieta el corazón.

     A veces en la vida los caminos se dividen y enormes bosques frondosos y verdes surgen del suelo creando una enorme separación, un muro natural impenetrable. A veces en la vida toca tomar decisiones importantes, toca separarnos de todo aquello que siempre ha estado allí aun cuando no nos tomáramos la molestia de darle importancia.

     La familia es el núcleo social que nos nutre como personas, a veces lo hace bien y a veces mal. Es nuestro primer grupo de amigos, algunos nos caen bien y otros no tanto; pero como buenos, y fieles, amigos siempre están allí para reírse de nuestros tropiezos y animarnos a ponernos de pie. La familia es esa manada de la cual nadie se separa cuando es temporada de caza; es una llamada cuando sale la luna y todavía no retornamos al hogar, es una sonrisa de domingo viendo la televisión y un grito de alegría tras una victoria en un juego de mesa. Esa es la familia, la que nunca te abandona ni en las buenas ni en las malas.

     Ocurre que las sirenas de los carros se hacen mudas y el smog de sus tubos de escape no molesta a mi nariz; podría esto ser posible porque he comenzado a extrañarlos. Ocurre que las agujas de mi reloj se mueven lento y los minutos no quieren avanzar; podría ser esto posible debido a que los días sin ellos son eternos y, de hecho, ellos ya no están.

     Algunas veces en la vida toca dejarlo todo atrás, ropas, fotografías y maneras de pensar; absolutamente todo. En algunas ocasiones los nuevos destinos simplemente se aparecen y nos obligan a decidir, nos prometen placeres que tan solo parecían posibles en nuestros sueños, nos prometen mujeres, u hombres, con quienes ni se nos cruzó por nuestras cabezas que podrían acompañarnos. Los nuevos destinos… desconocidos finales.

     La familia es la alegría que baña nuestros días; son esas personas que desean nuestro éxito, así lo hagan en secreto, y celebran con nosotros al final de la semana. Son las reuniones anuales y todas las historias por contar en tales eventos, son los brindis y los bailes, incluso la navidad. La familia es la garra necesaria con la cual afrontamos nuestros miedos, es esa energía que nos impulsa desde las gradas cuando parece que finalmente no lo vamos a lograr. Esa es la familia, la que nunca te abandona ni en las buenas ni  en las malas.

      Hoy el sol no brilla como siempre, la brisa tampoco refresca; podría ser porque la fecha ha llegado, la fecha temida por una persona con sentimientos encontrados. Esta mañana los perros no ladraron alegres y el agua de la ducha se sintió fría; podría esto haber sido ocasionado debido a que el destino llegó y ellos se han marchado. Hoy me he quedado solo, así como tantas veces deseé erróneamente; hoy me sentí solitario en la mesa y sin apetito mastiqué un simplón desayuno mientras recordaba el último abrazo dado antes de dejarlos partir.

     La familia es esa que se extraña a cada segundo cuando no están en casa, es esa a la que se espera a cada minuto cuando todavía no llegan, es esa  a la que uno quiere aun cuando provoque matarlos, porque es que no se puede negar que a veces no parecemos pertenecer al mismo equipo. Así se define a la familia, como la solución del problema, como el amor que llena y la meta que se persigue desde el primer momento, desde la primera sonrisa, el primer abrazo y la primera vez que escuchamos un “te quiero”.

     Los días ahora son largos, son caminos solitarios con destinos desconocidos. Esto es así, sin duda, debido a que ya los quiero de vuelta y ellos apenas se acaban de marchar.


     Hasta pronto.

De principio a fin con ustedes.

jueves, 12 de junio de 2014

Una Flor

     Acá estamos, es el momento en el que nos encontramos en el final del camino, un camino que se divide, que nos divide. Me encuentro con mis manos ocupadas, una sostiene una flor y la otra una roca; roca de la cual me desprenderé en tan solo un abrir y cerrar de ojos, una roca que cargo sin saber realmente por qué. Mi mirada estudia tus gestos, los dos sabemos que no quieres partir, pero que estoy en la obligación de no interponerme, porque sería cruel el forzar tu permanencia en un estadio que ya se ha hecho muy pequeño, en el cual ya has brillado todo lo que tenías que brillar, y en el cual yo no he sido digno merecedor de tu gloria.

     Sí, acá estamos, compartiendo unos minutos que se alargan demasiado, tú detestas las despedidas de borrachos y yo detesto la idea de resignarme con esta derrota. Tú tan bella y yo tan, tan, y yo tan miserable. Soy tu admirador aunque cuando llega el momento de abrazarnos no dure mucho porque me das demasiado calor.

     Es así como de pronto compartimos una cama individual, con sonrisas infantiles e intenciones un poco más adultas; así como te endulcé el oído tantas veces para encontrarnos de pronto en medio de una ardiente pasión; vaya noches aquellas en las que te dejaba doliendo las piernas y pidiendo repetición, vaya noches de fiesta, en las cuales el manso ganso se convertía en un halcón, en las que el lobo se descubría de su piel de oveja inocente y cenaba cual glotón. Vaya noches que ahora lucen lejanas, vaya noches, mi amor.

     Suelto la roca resignado, hoy me encuentro con que soy el perdedor, el perdedor de siempre que se reencuentra con su destino, el destino de perderte. Vaya días se vienen, días de desolación; días en los que la vida me maltratará, así será, no tendré ángel que me proteja, no estarás tú; no, no estarás tú.

     Ya caminas, ya te alejas, ya disfrutas de tu libertad, y es que te mantuve presa, sumisa, vivías a mi voluntad; y no estaba bien, nunca podría haber estado bien, porque no naciste para  esto. Duele finalmente admitir que tu partida es lo más sano para los dos, es la salida que tanto hemos buscado, es el milagroso resultado del capullo que se abre, eres tú, un bello ángel de alas grandes. Eres tú, y tu partida es nuestra salvación.

     Ya volteas a mirarme, es una agridulce sensación. Saber que es correcto lo que hacemos aún cuando uno de los dos no esté satisfecho; pero tendríamos que pensar en qué podría satisfacernos a los dos, no hay tal cosa, no es posible, porque siempre tiene que haber un perdedor, y el perdedor no se lleva a casa un trofeo, se lleva en cambio una flor, una flor que se marchita, a la cual no la salva ni el sol. Una flor cuyos pétalos se arrugan muy rápido, me genera mucha desesperación, el saber que cuando muera, tu recuerdo se borrará, tu risa muda se volverá, tu tacto… será como si nunca pasó, y así entonces nuestro amor, nuestro amor caerá en el olvido, porque no podría vivir el resto de mis días con un corazón roto.

     Con tu nombre he bautizado a esta flor. Arrancaré uno a uno sus pétalos de camino a casa, mi amor, para que cuando llegue todo sea como cuando todavía no existías. Porque siendo un hombre incompleto puedo vivir pretendiendo que nunca gocé de la fortuna de encontrarte, de encontrar a mi otra mitad; puedo vivir engañado, ignorante. Pero vivir recordándote, no, mi Dios, no puedo. Prefiero ir desprendiendo estos  pétalos, rogando que sean impares, para empezar con un te quiero y terminar igual. Siento como la brisa me arroja un beso que se escurre por mi mejilla izquierda y sigue su camino hasta alojarse en las sombras que hacen vida en mi pecho. Te siento sin conocerte, soñando tontamente con encontrarte, ilusionado con la vida que alguna vez cruzará mi camino con el tuyo para que entonces podamos volverlo a intentar; tú sabiendo que soy un idiota y yo teniendo nuevas oportunidades de abrazarte hasta que mi corazón se derrita con el calor que emana tu piel blanca durante los días calurosos.

     Primer pétalo cae, así siguen los demás, cada uno agranda el misterio, espero sepas adónde vas, porque si mi plan llega a puerto de mi no te vas a escapar, porque esta flor, ya ha muerto y el reloj ha comenzado a andar.

     Ahora solo tengo un sueño, es el sueño de poderla encontrar. Mi Flor amada, así se llamaría ella, tendría mejillas coloradas y una silueta discreta que luciría cada tarde al borde de mi cama. Flor se llamaría ella, si la pudiese encontrar, mi vida sería bella, y nunca, nunca, nunca, la podría olvidar.

    ¡Pero mira, si hay 7 pétalos en el suelo! Espero que el que haya jugado con ellos haya iniciado con un te quiero, en ese caso no habría otro final, no habría un final más hermoso, no hay sentimiento más sublime que ese que se produce bajo la ilusión del amor. No hay batalla que no se pueda librar si uno la tiene a ella; Flor se llamaría ella, si la pudiese algún día encontrar, no sería más un hombre incompleto, yo nunca, nunca, nunca, la dejaría escapar; sería mi amor eterno, y con eterno me refiero a que no tendría final. Me encuentro perdido en un camino que se me hace familiar, quizá si sigo el sendero en el que se encuentra esa roca el destino me pueda premiar.

     No tengo nada que perder, sin embargo tengo mucho por avanzar. Voy sin miedo, a mi Flor voy a encontrar.



     ¿Ustedes creen en las segundas oportunidades?


viernes, 16 de mayo de 2014

Despidiendo a una Amiga

Como un ardor muy fuerte, como una abertura en el medio de mi esternón, como una esperanza que se quiebra poco a poco contra los muros de una petición indecorosa; así se siente estar sentado frente a ella en estos momentos. Mis ojos encuentran los suyos y no puedo evitar este sentimiento de culpa que me posee, que se me monta sobre los hombros y me hunde; siento vergüenza por esto, he caído en una trampa social, soy una víctima que de un minuto a otro pasará a ser victimario.

Soy un rostro escondido entre las sombras de una capucha, un cascarón vacío, una cría sin poder que sigue el mandato de la mayoría; soy un cachorro que corre hacia la jauría aun cuando no quiere pertenecer a ella. Mis ojos estudian su rostro y ella ni se lo imagina, solo sonríe nerviosa esperando recibir alguna palabra que la aliente a continuar con sus labores, pero hoy no es la tarde, hoy no es la tarde.

Mis venas se hinchan, estoy molesto; y cómo no estarlo sabiendo que soy una casa vacía, una fruta verde. Si tan solo ella pudiera utilizar sus ojos azules para mirar todo lo que estoy sintiendo dentro de mí, si tan solo ella pudiera leerme como un libro, o si pudiese ser el lapicero que escribió esas sugerencias penosas en mí, en la libreta, en la hoja de reciclaje de turno. Soy el viento cuando llega a una esquina y no se encuentra a sí mismo. Soy un suspiro que alivia y después se pierde en la inmensidad del espacio.

Mis manos tiemblan debajo de la mesa, aprieto mis rodillas para conseguir un poco de confort, pero no lo encuentro, porque soy un reo que intenta escapar, pero al que han descubierto y ahora castigan con golpes y patadas al hígado. Soy un toro que salta a la arena sabiendo que va a morir; no, es peor aún, soy un maldito torero desenvainando su espada cobarde y ella, mi amiga, es la víctima por la que corean un montón de viejas morbosas desde las gradas.

Ven a mí, dame una fuerte estocada que alivie mi pesar y me dé una excusa para huir en los brazos de los payasos. No lo harás, no lo harás, amiga, estás muerta sin saberlo y yo muero por saber. Yo muero con cada gota de sudor que rueda por mi pecho y se ve absorbida por mi camisa de cuadros azules y blancos que tú, mi amiga, acabas de alabar. Es la suerte del que ignora que el asesino lo asecha desde su escondite.

Una sonrisa suya me estrella de frente a una sensación muy poderosa de frustración, su chaleco color turquesa luce impecable, está vestida para recibir las buenas nuevas y yo soy el juez que no tiene nada bueno para decir. Un silencio incómodo aparece luego de escucharla preguntarme: ¿Hay algo que me tengas que decir?, sí, amiga, y respiro hondo, respiro buscando que ya mis pulmones no puedan recibir más aire, me ponga azul, y me asfixie… soy el torero, tengo un 90% de posibilidades de salir ileso; soy un buen torero.

Ya lo he dicho, he caído en la trampa social, mi querida amiga, parecía estar escrito que no durarías muchos minutos en estos lares, perecía decretado que la sombra de tu predecesor opacaría tu destino y es por eso que hoy debo pedirte que te vayas, porque a pesar de que te estimo, porque a pesar de que te he llegado a querer, amiga, la multitud reclama tu sacrificio para saciar su sed de odio, de maldad; para sentir que ellos y solo ellos tienen la razón en esta contienda. Así que ha llegado la hora de decir adiós, de abrazarnos y hacernos una promesa, prometernos que nos volveremos a encontrar en un futuro cercano.


Estás despedida, querida amiga, mis mejores deseos para ti.