Surf en SD

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La vida está en el camino.

lunes, 30 de mayo de 2016

Mi Amor

No hay amor como el primero. Todos son únicos.
Por: L.F. Arias


I

I know this love is insane / I love this love is insane.

                Las cornetas del viejo iPod del abuelo dejaban escapar una melodía propia de hacía 4 décadas. César yacía sobre el suelo del ático, decenas de hojas tamaño carta reposaban a su alrededor.

You and I knew of every which way / it’s never the same / I’m afraid we’re to blame.

                El sonido de unos pasos anunció el ascenso de un visitante. Los ojos de César se abrieron al máximo, se apresuró a secar las lágrimas que brotaban de ellos. Se sonó la nariz con cuidado y se limpió con la manga izquierda de su suéter de lana.

¿Eres tú, abuelo? Preguntó temeroso, le daba algo de vergüenza que lo vieran llorar. Ya el tiempo de llorarla debía haber terminado un par de semanas antes.
Sí, hijo. Escuché la música. El anciano asomó la cabeza por el agujero de entrada. ¿Qué haces acá escondido? ¿Te estás quedando con la buena música para ti solo, bribón? El viejo estaba sonriente.

I know we are cool kids / I love we are cool kids.

No. César se giró para encarar a su abuelo. Fingió una sonrisa, pero fue muy amarga para que el anciano se la creyera.
Twin Cabins, qué banda. Los escuché por primera vez hace añales, era 2.013.  Negó con la cabeza mientras continuaba su ascenso. Tenía tiempo sin escucharlos.
Son buenos, sí.
¿Sigues triste? Me imagino que por eso estás acá.

Black and White / Red or blue / Never clear, which means I love you.

  Sí, Bueno, no. Es decir…
¿Es decir?
 La extraño, abuelo.

                El viejo avanzó con pasos cautelosos hasta situarse al lado de César. Se sentó con cuidado, hizo un gesto de dolor.

Mi espalda ya no es la misma desde hace años. Sonrió, pero estaba adolorido. Finalmente se recostó de una pared. Lauren era una chica de esas que valen su peso en oro, entiendo que la extrañes.
Gracias. César pareció molestarse con el cometario de su abuelo.
¿Qué te puedo decir? Hay mujeres que le marcan a uno la vida.
Ella era mi Amor, abuelo.

                César escrutó el rostro del anciano, se dio cuenta de que esas palabras le habían diluido el semblante jovial. Algo había pasado.

Never clear, which means I love you.

II

 No tienes idea de cuánto esperé por este día, mi amor. El joven Héctor la miraba fijamente a los ojos. Los mismos ojos. La misma mirada bondadosa.
No, pero ha pasado tiempo, Héctor. Xenia sostenía la puerta de su casa con un talón para que no se cerrara.
Un año y medio. Como setenta semanas. Más de quinientos días, todos y cada uno de los cuales te pensé.
Qué bueno.
Sí.

                Un tenso silencio se apoderó del lugar. Xenia preparando su huida y Héctor mirándola. Ambos sostenían bolsas que se acababan de intercambiar. Héctor esperaba algo que, al parecer, Xenia no iba a darle.

III

Me siento de maravilla. Héctor sonreía de oreja a oreja. Susana, su única amiga, se regocijaba con el cambio de actitud del joven. Lo quería mucho.
Así que finalmente ha terminado, es una noticia fantástica. ¿Cómo sabes que ya estás bien?
Se ha hecho evidente que ya las conversaciones no giran en torno a Xenia.
Eso debe ser un alivio, te debes sentir como si ya no cargaras con ese peso.

                Héctor tomó un muslo de pollo frito de su plato y le dio un mordisco. Negó con la cabeza. Tragó.

Por primera vez en más de 4 años me siento libre. Estoy aquí ahora, hoy es un día maravilloso. Ya no vivo en el mañana.

                Susana tomó su vaso para beber un poco de té frío. Escuchó como el teléfono celular de Héctor sonaba. Ambos se sorprendieron.

¿No vas a contestar?
Es solo un mensaje de texto. Susana hizo un gesto de reprobación con sus labios. Héctor viró sus ojos al techo, después metió una mano en su bolsillo. Sacó el celular. Colocó el muslo en el plato y su mirada se volvió amarga.
¿Qué pasa?

                Héctor colocó el teléfono sobre la mesa. A la distancia, Susana pudo leer el nombre del destinatario: Xenia.

IV

Black and White / Red or blue / Never clear, which means I love you.

                Su abuelo se había quedado sin palabras. Su mirada se perdió en la pared que tenía al frente. La música, y las respiraciones forzadas del anciano, era lo único que se escuchaba.

¿Qué sucede, abuelo? ¿Te sientes bien?
Sí, solo me acordé de una cosa.
¿Qué cosa? ¿Quieres que llame a la abuela?
¡Dios! ¡No! No llames a la abuela. Extrajo un pañuelo del bolsillo frontal de su camisa de botones y se secó la frente.
Es que te pusiste hasta pálido, abuelo. ¿Seguro que estás bien?

‘Cause you are a cool kid.

                La canción murió mientras el abuelo procedía a responder.

Sí, es que reviví un encuentro que tuve hace muchos años.
¿Qué encuentro? ¿Qué pasó?
Una mujer. Le dije Mi Amor por última vez.

                César comenzó a reírse.

Si inventas, abuelo.
No, hijo.
No te hagas de rogar, abuelo. Cuéntame.

V

¿Qué quería? Susana lucía molesta. Caminaban a paso apurado por la avenida Francisco de Miranda. ¿Qué te dijo?
Quiere intercambiar nuestras cosas.
¿Ahorita? Es decir, después de un año y medio. No tiene sentido. Son ganas de joder.
Normal.
¿Cuándo se verán?
Mañana, iré a su edificio.

                Susana tomó por un brazo a Héctor forzándolo a detenerse.

Hace media hora me dijiste que estabas bien, que vives en el hoy. Me dijiste que estabas feliz. No dejes que esto te arruine el momento.
No es eso.
¿Entonces qué te pasa?

                Héctor parecía asustado. Errático.

Tengo muchas cosas que decirle. Quiero hablarle y me da miedo que ella no quiera.
¿Vas a estar bien? Soltó el brazo de su amigo.

                Héctor se limitó a mover su cabeza de arriba hacia abajo.

Yo te llevo. ¿Te parece?
Sí.

VI

Hey there Little honey won’t you Groove? / I’ve trying all night to dance with you.

                La música volvía a inundar el ambiente. Otra canción de Twin Cabins.

¿Está descargado todo el álbum? Preguntó el anciano. No me acuerdo.
No me cambies el tema, abuelo.
Sí, bueno. Sonrió como volviendo a ser el mismo de unos minutos antes. Fue hace años, muchos años. Tenía yo tu edad.
Ya va… ¿Es en serio todo esto?
Sí.
¿Qué hay de la abuela?
No te vayas por otro lado, hijo. Yo amo a tu abuela, pero ella no fue mi primer amor. No hay otro amor como ese. El pie derecho del hombre se movía siguiendo el ritmo de la música. Estás todavía muy joven, ni te imaginas todas las vueltas que da la vida.

But I would like to dance with you / Awkwardly in haze / to this little tune.

¿Cómo era ella? Cuéntame.
Ella era blanca como la nieve. Dulce como el azúcar y bella como ella sola.
¿Qué más?
La amaba, pero era muy joven, no supe amarla al final. Su voz denotaba tristeza.
No te entiendo. César poco a poco fue sentándose de piernas cruzadas.
Eso que me acabas de decir, que Lauren es tu amor, yo lo decía también cuando ella se marchó.
No debiste dejar que se fuera. Yo no quiero dejar que Lauren se vaya.
Hice lo que creí correcto, hijo. ¿Qué sentido tiene retener a alguien que desea irse? Hay un proverbio japonés que dice: “No retengas a quien se va, ni rechaces a quien llega”.
Y, ¿Qué se supone que significa eso?
Que lo que pasa es lo mejor, hijo. Que si ella se va, es porque tiene que irse y que lo que viene será mejor. El muchacho no lució convencido.
¿Cómo la conociste? César frunció el ceño. Hizo la pregunta mientras digería las palabras de su abuelo.
Estábamos en una fiesta.

VII

                La melodía era mágica. El momento parecía correcto. Todo en Héctor estaba bien. La sala de la casa de Susana era un territorio invadido por gente chévere. Por lo menos todos se veían bien, podía ser una trampa armada por la cerveza. Diez cervezas llevaba en su cuenta.

La vas a deshacer con la mirada. Susana se burlaba de Héctor.
Es que es bella.
Sí, Xenia es hermosa. Creo que no tiene novio.
Está bien.
Háblale, bobo. Sabes que te mueres por hacerlo.

                Héctor sonrió medio ebrio y caminó torpemente en dirección de la amiga de Susana. La habitación se movía. Las sonrisas se alargaban en los rostros de las personas que se encontraban en ella. Xenia lo miró con curiosa expectación.

Well we shouldn’t be wasting time / Spend it now.

¿Te gusta Twin Cabins? Héctor inició la conversación.
Sí. Son cool.
¿Quieres bailar? Preguntó y después le miró los zapatos, unos botines converse completamente negros.
Sí.

We shouldn’t be saving time.

Me gustas. Dijo Héctor sin pensarlo primero. El aroma de sus cabellos rojizos lo embobaba. Xenia le dedicó una sonrisa. Solo bailaron un rato sin hablar. Ella le dio su número de teléfono al terminar.

VIII

¿Puedo decirte algo? Preguntó Héctor sin que viniera al caso. Lo hizo porque el silencio lo estaba matando.
Claro. Ya estamos acá.
Te quiero, siempre te quise y no he dejado de hacerlo.
Yo también te quise. Mucho.
Lamento no haberlo dicho lo suficiente, también lamento no haberlo dicho con la intensidad que lo deseaba, con la intensidad con la que lo sentía. Héctor se sentía cada vez más libre.
Es una lástima que el tiempo se haya pasado así.
 No ha habido noche en la que haya dejado de pensarte. Te pienso al despertar y al irme a dormir. Te imagino en todos lados. Cuando como, estás sentada a mi lado en la mesa.
Ya, Héctor, suficiente.
Cuando veo una película, estás recostada de mi pecho. En las noches, reposas a mi lado, el lado izquierdo de la cama es tuyo. Cuando estoy con alguien más, ahí estás tú. Escucho tu voz con cada soplo del viento, porque tú eres viento, eres vida. Tú eres inspiración, mi motor, aun cuando estás ausente físicamente.
No digas más, por favor, Héctor.
Sé que mi tiempo pasó. Sé que se acabó. Pero lamento cada día no haberte dicho todo lo que te quería decir.
Para, Héctor, vamos…

                Héctor dejó de hablar. Xenia apretaba la bolsa que le había entregado Héctor al llegar. Él apretaba la que ella le había dado como parte del intercambio de cosas.

IX

                Susana manejaba como una anciana, parecía como si no quisiera llegar a casa de Xenia. Héctor iba de co-piloto. No decía nada. Solo se escuchaba la música. Twin Cabins en la radio.

Wait for me to come / I know I’ve waiting for so long.

¿Seguro que has puesto todo en esa bolsa?
Sí, ella no dejó nada realmente importante en casa.
¿Qué dejaste tú en la de ella?
Tonterías, cositas.

                El edificio se hizo visible, ya estaban en la misma cuadra.

There’s never been a better day / None of this is ever going to go away.

Entonces son ganas de joder, no tiene sentido que después de tanto tiempo vayan a intercambiarse “cositas”. Cómo la detesto…

                Héctor sonrió nervioso.

Es el fin del ciclo. Es necesario. Pasé muchas noches esperando por este momento.
Tú estás loco, no te entiendo. Te dejo aquí y me estaciono por allá para esperarte. Suerte.

If I’d seen your ways (I would go insane).

                Susana se alejó en su vehículo. Héctor avanzó rumbo a su destino.

X

Xenia estaba incómoda. Héctor aterrado. De pronto comenzó a hablar de nuevo.

Tú fuiste el regalo más bonito que me ha dado la vida, te pedí. Te dibujé antes de conocerte, Xenia. Y te perdí. Eso ha quedado claro.
Héctor, no sigas, por favor. Ya me tengo que ir, lo siento. Xenia parecía cansada. Empujó la puerta con la espalda para abrirse paso al interior del edificio.
Disculpa, pero fueron muchos días queriendo decirte esto. Disculpa.
Gracias, Héctor. Fuiste un novio increíble, solo no funcionó. Tú sabes que no funcionó.
¿Por qué me escribiste?
¿La verdad?
Nunca he pedido otra cosa, mi amor.
Quería saber cómo estabas. Veo que estás bien.
Estás bella. Tú sabes que tu belleza se divide en tres. Xenia lució calmada, parecía saber lo que diría Héctor. Tu belleza está aquí. Se tocó la sien con su dedo índice. Aquí. Se tocó el pecho a la altura del corazón. Y ahí. Hizo un ademán indicando que el resto del cuerpo de Xenia era bello. ¿Cómo no amarte? Solo tú eres tú, tuve mucha suerte. Los cachetes de Xenia se tornaron colorados. 
Ojalá hubiese funcionado. Cuídate mucho, Héctor. Ten una vida bonita. Sus ojos se aguaron.

Héctor sonrió triste. Apretó más la bolsa que le había entregado Xenia y se preparó para unas últimas palabras.

 Cuando sientas que todo está mal, recuerda que en algún lugar de Caracas, de Venezuela o del planeta, alguien confía en ti y cree que eres la mujer más maravillosa del mundo.

A Xenia se le escaparon dos lágrimas antes de despedirse con la voz entrecortada y con un movimiento rápido de su mano izquierda.

Hasta luego, mi amor. Le dijo Héctor mientras la puerta se cerraba frente a él. Esa fue la última vez que se lo dijo. Pudo notar, antes de que ella se perdiera detrás de la puerta, que estaba usando los mismos zapatos de la primera vez, los mismos botines negros.

XI

¿Qué pasó con ella, abuelo?
Se marchó, eso pasa. Hay personas que se aparecen en tu vida para darte lecciones, unas más breves que otras. Cuando se supone que debes haber aprendido, se marchan. Si se dan cuenta de que no estás aprendiendo, se marchan también.
¿Y la abuela?
Tu abuela apareció mucho después. Como tres años después.
¿Nunca has sentido como que la abuela es tu amor?
Sí, claro. Solo es otra clase. El abuelo se guardó su pañuelo. Me siento como en una rueda de prensa, carajo.
Disculpa. Solo se ha hecho interesante la conversación. César se alborotó el cabello con una mano.
Tranquilo, hijo. Ahorita estoy acá para ayudarte.
¿La volviste a ver, abuelo? ¿Qué pasó?
Sí, la volví a ver dos veces. Una vez en el metro, ella no me vio. Estaba lejos, del otro lado del andén. Otra vez la vi durante la presentación de mi primer libro hace 32 años. Ella estaba parada al final del salón. Me vio, la vi. No hablamos.
Eso es triste… Ojalá no me pase con Lauren.
¿Te rehúsas a dejarla ir?
Sí, mucho.
¿Le has dicho cómo te sientes?
No, llevo toda la tarde tratando de escribirlo. Miró por todo el suelo del ático, había decenas de hojas regadas.
Creo que sería mejor si vas  y se lo dices en persona. El abuelo aclaró su garganta. A lo mejor no es hora de que se marche.
 ¿Ahorita?
No hay mejor momento, hijo.
Pero estoy hecho un asco. César parecía preocupado.
Entonces date una ducha, vamos, no pongas excusas. Le reclamó al muchacho.
Es que me da miedo que ella no se sienta igual.
Si nunca hablas con ella, no lo vas a saber.
Sí… César se levantó con cuidado de no golpearse la cabeza con el techo. Tienes razón, no tiene sentido quedarme callado. Comenzó a caminar y se detuvo al llegar al agujero de salida. Pensó por un momento, bajó dos escalones y se detuvo de nuevo. Abuelo, ¿Cómo se llamaba?
¿Quién?
La chica.
Xenia, se llama Xenia.
Gracias por compartirlo conmigo, abuelo. César continuó bajando por la escalera hasta perderse de vista. Héctor, viejo y nostálgico, se quedó escuchando el final de la canción.

Well if you are sure / I know I’m sure.

Muchachos, siempre con miedo de decir lo que quieren decir. Suspiró cansado. Xenia amaba Twin Cabins… ¿Qué habrá pasado con ella? Se quedó hablando solo mientras moría la melodía.




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