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La vida está en el camino.

lunes, 9 de mayo de 2016

Economía Paralela de Oficina

Por: L.F. Arias


El fenómeno de la hiperinflación que se ha desarrollado en nuestra amada Venezuela. Ha impulsado al venezolano de a pie a rebuscarse en la calle, en el Internet e, incluso, en sus puestos de trabajo. Para conocer más de cerca esta actividad económica paralela que se desarrolla en muchas oficinas a escala nacional, me di a la tarea de realizar un trabajo investigativo digno de Hércules Poirot, solo que no había víctima, bueno, sí hay una: nuestro bolsillo.
En esta oportunidad, visité una empresa de producción especializada en artículos cosméticos. Llegué a la empresa con la excusa de hacer un reportaje acerca del día a día de sus trabajadores. No me tarde mucho en descubrir el mercado paralelo que tiene lugar en la empresa. El mismo está segmentado entre aquellos que buscan un snack a media mañana o a media tarde, aquellos que son adictos al café y por los que buscan algún artículo más específico.
Karla López es una joven de 22 años que se desempeña como asistente administrativa. Tras siete años dedicados a sus labores, se ha visto en la necesidad de generar ingresos extra. La cosa está dura, esta situación no se aguanta, me dice en un tono propio de una señora que no sabe cómo apagar el computador. Yo tengo dos niños que alimentar y ya el sueldo no me alcanza. La empresa en la que labora Karla tiene una normativa estricta en lo que se refiere a la venta de cualquier artículo en la oficina: está prohibida. Yo sé que, cuando ingresé, firmé un documento en el cual se habla del tema, pero honestamente esta situación nos obliga a todos a sacar platica de donde no hay. Karla vende unas deliciosas empanaditas de limón que prepara su mamá. Mis empanaditas tienen buena demanda en el Departamento de Contabilidad, también han llegado algunos clientes del área de producción y del Departamento de Compras. Yo no le hago daño a nadie.
El sueldo de Karla no consigue satisfacer sus gastos básicos, según me explicó: Mira, yo tengo dos hijos, uno ya está grande, tiene 5 años, ese come lo que se le ponga en la mesa, pero al más chiquito tengo que comprarle su lechita; eso sin hablar de los pañales, de los gastos por la niñera, yo estudio  para ser contadora y la universidad es en la noche, me toca recurrir a alguien que me ayude a cuidar a los niños, que los busque al colegio.  Así, entre su desesperación, se despide de mí. No podía retirarme sin antes comprarle una empanada de limón, debo admitir que son muy ricas.
En la zona de empaque, labora un personaje bastante colorido cuyo nombre es Wilmer Barrios. Yo te voy a hablar claro, mi pana, ¿Te provoca una tortica marmoleada? Me preguntó a manera de chiste, también tengo ponquecitos que hace la jeva. Pura calidad. Wilmer es un comerciante  importante del área de planta, que se compone por el área de producción y el almacén.
Wilmer está bien al tanto de que la zona en la que el labora tiene restricciones bastantes fuertes. Todo el mundo sabe de mis tortas, hasta los jefes. Mira tú, el trato es sencillo, yo puedo vender siempre que nadie consuma mis productos en la zona de trabajo, cerca de una máquina. Eso me dijo mientras me señalaba los letreros que colgaban de las paredes: Prohibido ingerir alimentos en el área de producción. Departamento de Seguridad, Higiene y Ambiente. Los precios han aumentado y eso poco a poco ha afectado a sus clientes. Me quedan los más fieles, he disminuido mi producción por eso; también por el peo del azúcar y la harina. Este país se lo llevó quien lo trajo. Desde la zona de empaque, vi a un personaje que me interesó de inmediato: Ese es Enderson, si necesitas algo específico, ese es tu hombre. Me despedí de Wilmer, pero antes le compré un pedazo de torta marmoleada, me costó 300 bolívares.
El almacén es un territorio inexplorado para gran parte de los empleados de la empresa, pude acceder haciendo uso de mi habilidad para camuflarme y porque tenía acceso total para realizar mi trabajo de investigación. Wilmer me advirtió que Enderson era un vendedor con oficio, que vendía de todo, absolutamente de todo lo que pudiese imaginar. Resultó ser cierto, el hombre tenía de todo: ¿Usted conoce los últimos zapatos que sacó la Adidas? Bueno, se los dejo en 300 mil. Más barato ni en El Cementerio. Enderson es un Mercado Líder, hace uso de Mercadolibre para revender e intercambiar bienes con otros usuarios. ¿Sabes esas computadoras del Gobierno? Las Vit, te las tengo, 200 mil. También tengo unas cuantas Canaimitas en mi stock. Enderson se mostró celoso en todo momento, no compartió información acerca de cómo consigue sus bienes. ¿Te gustan los relojes? Tengo unos Technomarine del carajo. Entrar a la oficina en donde Enderson hace vida cinco días a la semana fue abrumador, nunca me habían ofrecido tantos artículos en tan solo diez minutos. Yo no sé qué hago trabajando aquí todavía. Más bien pierdo plata viniendo a la planta. El pasaje de transporte público acaba de aumentar a 45 bolívares, le comenté, a lo que respondió: y estará a sesenta y cinco dentro de cinco meses. Así no se puede vivir, hermano. De pronto, cuando me iba, me entregó una tarjeta que decía: Enderson Ruíz – Mercado Líder. Lo que busques yo te lo vendo, lo que vendas, yo te lo compro. Tenía todos sus números de contacto. También bachaqueo, te tengo el bulto de arroz a 19.000, me dijo desde la distancia.
Ya me encontraba fuera de la empresa cuando apareció otro comerciante más, Cristobalito¸ el vigilante. ¿Usted anda realizando entrevistas? Yo también tengo mi negocio. El señor vendía potes de Tupperware, palmeritas y café. Cuando alguien se quiere endulzar la vida, viene, se bebe un café y se come unas palmeritas. Cristobalito sacó un catálogo de Tupperware. Estos son excelentes para traer ensalada al trabajo. Me habló de las bondades de sus productos. Lo curioso es que cuando le pregunté por su competencia él dijo: Yo no dependo del personal que trabaja aquí, ¿tú ves todos esos galpones? Me señaló los galpones vecinos a la empresa. Bueno, ellos le compran al papá, yo nunca pierdo, el vicio del café es muy arrecho.
Sin duda, nuestra nación afronta la crisis más grande de este siglo. Podemos sentarnos a buscar culpables, podemos perder todo el tiempo del mundo. Lo cierto es que la gente está adaptándose cómo puede. Ya es bien sabido que en los tiempos de crisis, surgen las nuevas ideas: la economía paralela de oficina podría haber llegado para quedarse.



1 comentario:

  1. Totalmente cierto todo lo relatado en esto,solo falto el prestamista que es uno de lo mas dinero agarra con su negocio el ayuda a sacarte de un problema monetario,pero waoo el que llega a tener la necesidad de pedir prestado es difícil que pueda salir del bache en el que se esta metiendo.-

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