Por: L.F. Arias
La lluvia caía
como un torrencial rabioso desde el cielo enturbiado caraqueño. Era un domingo
normal, de estos típicos del año 2.016 venezolano. Me encontraba junto con una
buena amiga, una amiga de la adolescencia que cada día se siente más
lejana. Ya nos acercamos a los 30, le dije echando broma, a lo que
respondió con seriedad: Si tú apenas
tienes 26, Floyd. Si hablas paja. Ella se tomaba un Gatorade de mandarina, yo uno de frutas tropicales, entre los dos
costaron más de 600 bolívares en Farmatodo,
es decir, más de un día de trabajo de un trabajador que cobre el salario
mínimo. Sabes que los domingos me
resultan tristes, no hace falta echarle leña al fuego con el fantasma de los 30,
pude asumir entonces que había herido su sensibilidad.
El día nos
había llevado desde los jardines de La Estancia hasta la plaza de Los Palos
Grandes, hay algo en esa plaza que me encanta. No sé si es su fuente, su reloj,
la biblioteca o su gente. Simplemente me hace sentir a gusto. Mira a las gradas, te imaginas que una
pareja joven estuviese allí sentada mojándose porque sí, ella miró en
dirección al sur de la plaza después de que yo hice el comentario. Ambos
hicimos el ejercicio de imaginación. Una joven pareja ficticia apareció de
pronto, mi amiga comenzó a hablar: Ajá, y
para qué se sentarían allá a recibir este palo de agua. Yo negué con la
cabeza. No sé a lo mejor solo están
felices.
Ella tiene
razón, los domingos han perdido la magia que solían tener hace meses. Yo tenía una
idea, se la comentaba a todos mis conocidos, siempre decía que los domingos los
árboles se veían más verdes. Ahora el verde dominguero parece haberse vuelto
igual de trivial que el verde de los otros seis días de la semana. Imagínate que viven por aquí cerca, que
después de besarse un poco corren a casa para refugiarse, continué con la
fantasía que había nacido del ocio de esconderme de la lluvia. Ajá, ¿al llegar a casa qué pasa? ¿Los
secuestran? ¿Se mueren? Algo así pasa, supongo. Ella movía sus manos
demostrando un grado de estrés elevado, incluso más del habitual. Caracas nos
tiene a todos al borde de un colapso emocional.
La pareja imaginaria
desapareció de vista, su comentario me sorprendió, ¿Qué tenía que ver una
pareja que disfrutaba de la lluvia con la tragedia de una muerte o de un
secuestro? Ahora el que se mostraba alterado era yo. ¡No! Sabes se refugian en casa para hacer el amor o algo, bañarse
juntos, tomarse una taza de café desnudos. Ella inclinó su cabeza a un
lado: ¿Una situación feliz? Eso no tiene
sentido. La miré sorprendido, negué con la cabeza: Por supuesto que tiene sentido. ¿Sí?
Dime, ¿Quién se sienta con su pareja bajo la lluvia y se va a la casa a tener un final feliz?
Nos retamos con la mirada, parecíamos estar a punto de reírnos, pero el clímax
no llegaba todavía. A mí me pasó una vez,
la felicidad sí existe.
Las personas
murmuraban a nuestro alrededor, las conversaciones iban desde el tema de la
Asamblea Nacional, pasando por el nuevo precio de la carne (4.000 bolívares),
hasta llegar a la posibilidad del referéndum revocatorio antes de que termine
el año. Ella se rió: Discúlpame, es que
el País me tiene ya enferma, tragedias por todos lados. Yo le di un sorbo a
mi bebida y sonreí divertido: Tranquila,
eso pasa, aunque me sorprende que en lugar de pensar en algo chévere se te
hayan ocurrido esas ideas tan chimbas. Ella miró en dirección de la fuente,
la lluvia perdía intensidad. Es que en
estos tiempos ya la felicidad es irreal. La lluvia cesaba, y el sonido de
las gotas chocando contra el suelo de Los Palos Grandes le hacía fondo a esas
últimas palabras: La felicidad es irreal.
¿Será cierto?
¿Será que esta es nuestra nueva realidad? Me rehúso a creer que mi Venezuela no
vuelva a ser aquella en la que un final feliz era lo común. La noche cayó y
comenzó el toque de queda. Su abuelo me dio la cola hasta la casa. La calle
estuvo vacía después, me acosté a dormir sin tener sueño cuando me venció el
aburrimiento, no sin antes decirme a mí mismo que la felicidad sí es algo real.
No lo olviden ustedes tampoco.
Lamentablemente a todos nos tiene abrumado la situación que estamos viviendo ya desde hace muchos años y que ahora se ha agudizado mas,no por ser negativo pero tal vez tengamos que vivir cosas peores,para volver a levantarnos y digo esto por que ese es el gran motivo por el cual la gente ya no es feliz,siempre uno anda pensando en cosas negativas por cosas que uno ve,tanto en la calle como en la Tv YO soy uno de ellos,pero si puedo asegurarte que la felicidad si existe y es totalmente real,y eso si ,no solo hay que esperar que ella llegue,uno también tiene que ser Positivo y aplicar el lema de Al mal tiempo,buena cara y seguir creyendo en que la vida siempre habrán obstáculos y hay que vencerlos para lograr la Felicidad.-
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