Por: L.F. Arias
Cuando el
difunto Presidente Chávez sembró la idea del proyecto socialista por allá en
los años noventa, muchos comenzaron a hacer especulaciones con respecto a cómo
Venezuela se pondría en marcha a su perdición. Hablaban de una Venezuela
ficticia que se asemejaría a la Cuba comunista de Fidel Castro. Muchos nos
reímos, yo era un niño y me reí: Eso es
imposible, ¿en qué mundo Venezuela se pondría al mismo nivel de Cuba? ¡Jamás!
La historia se encargó de demostrar que sí era posible, que Venezuela sí podía
comenzar a ir en retroceso sin
esforzarse mucho. Pronto la República de Venezuela pasó a llamarse República
Bolivariana de Venezuela.
Cuando era un
niño yo soñaba con ser Astronauta, Veterinario o Presidente, esta última
profesión ocasionaba burlas amistosas de parte de algunos familiares: ¿Presidente? Eso es imposible, Floyd. Más
fácil será llegar a la luna. Así pues, me olvidé de mi prominente carrera
política y lo más lejos que he llegado es a participar en la junta de
condominio. Mis sueños han cambiado con el pasar de los años.
Cuando entré
en la pubertad soñaba con las nalgas jugosas de una de mis compañeritas del
sexto grado, soñaba que ella se levantaba la falda para mí, que solo servía de
espectador, porque para ese entonces mi inocencia superaba mi incipiente
perversión de puberto. Cuando cumplí 15 años, soñaba con jugar fútbol, quería
ser profesional y que un scout del
Inter de Milán me reclutara; una lesión en el tobillo me alejó de las canchas
por meses y cuando me recuperé quería entonces ser músico. De músico pasé a ser
un poeta amateur y de poeta amateur pasé a ser un adulto joven que decidió dar
un salto a la ingeniería. Ya siendo un ingeniero, un adulto joven profesional,
me encuentro con que no sueño con Ferraris,
Lamborghinis, viajes a Europa o con
alguna de estas actrices que humedecen sueños. Resulta que estoy enfermo de
Revolución, ahora tengo sueños socialistas.
Hace días,
tuve mi primer episodio, estaba yo paseando por los pasillos de un Farmatodo, y era surreal, los anaqueles
estaban llenos de productos variados, era como un Throwback Thursday, pero no era jueves. Una serie de recuerdos
felices de principios del siglo XXI. Frenesí. Sentí una especie de excitación
sexual, era como volver a ver las nalgas de Laura, las selfies underboobs de Veronica
Gómez o anotar un gol en el Giuseppe
Meazza. Corría con mi carrito pasillo por pasillo, tomé tantos Doritos
naturales como pude, gomitas de aritos, una docena de cajas de condones de
diversos tipos, crema dental de esa Herbal (la que tenía el dibujito de un
castor en la caja), había acetaminofén, cremas cuyo principio activo es la
Desonida, chocolates importados baratos. El Bolívar volvió a tener valor. La
vida volvía a sonreírme. De pronto llegó la tristeza, no había cola para pagar
y me dije: Esta vaina es un sueño. Me
desperté.
Hoy estoy
frente al computador, me doy cuenta de que la miseria de a poco se ha hecho
parte de mi día a día, no porque yo quiera, sino porque es abrumadora. Tuve un
sueño socialista, soñé con que volvía ese Capitalismo
salvaje que mantenía los anaqueles repletos.
A manera de
chiste les he comentado esto a mis amigos del trabajo, ellos no se rieron.
¿Saben qué respondieron? De verdad que no me lo esperaba: ¿No me digas que tú también has soñado esa vaina?
Uno de ellos
incluso describió el suyo: Estaba yo en
el supermercado. Había arroz, leche, azúcar, carne, pollo, pasta. Chamo había
de todo. Las señoras me preguntaban en la calle que en dónde había conseguido
tantos productos y yo les respondía que había para todo el mundo, que había
para todo el mundo.
Tras 17 años
de camino recorrido, hoy nos encontramos sumidos en el fondo de un mar que
antes navegábamos sin mayores contratiempos. No supimos entonces que los malos
momentos pasan, en cambio buscamos una cura a la enfermedad, que hoy se ha
transformado en una enfermedad peor.
¿Qué soñarán
nuestros niños de hoy en día? ¿Acaso pueden permitirse soñar con ser
superhéroes? O será que les ocupa la mente la fantasía de una arepita caliente,
porque hoy comer una arepa es un lujo. Hoy, al parecer, los sueños que abundan
son los socialistas, que consisten básicamente en que termine esta tortura y
volvamos a la Venezuela que no tenía que preocuparse por un inminente apagón,
ni por salir a la calle a las siete de la noche. ¿Dónde está la Venezuela que no
era Bolivariana? Aquella que, a diferencia de esta, era feliz y no lo
sabía.
La realidad es bastante triste,pero espero que algún día no sean sueños sino que puedas vivir como se lo merece una persona que a pesar de los problemas del país le ha echado bolas a la vida a pesar de todos los obstáculos que le ha impuesto el fucking socialismo,espero que pronto consigas la felicidad,seguridad que todos los seres humanos nos merecemos.-
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